La “seguridad democrática” de Uribe
Los gobiernos de Uribe se caracterizaron por dos líneas de acción: 1) entrega de la economía a los grupos oligárquicos; 2) represión en toda la expresión de la palabra, intentando sepultar, por ejemplo, los procesos de paz abiertos con la guerrilla y los paramilitares. Más: estos últimos fueron promocionados por Uribe.
Petro estaba en la vereda de enfrente. Desde el congreso cuestionó severamente a Uribe. Hace 22 años, Uribe desembarcó en la Comuna 13 con ayuda de los paramilitares. A sangre y fuego eliminó la guerrilla y el narcotráfico. ¿El saldo? En una cantera cercana se halló la fosa común más grande del mundo. Comuna 13 tiene más de mil desaparecidos.
La operación Orión —que vuelve a la luz pública— dejó el tendal. Luego de esa operación, a impulsos de alcaldes de Medellín, hace 15 años comenzó un poderoso proceso de cambio en la Comuna 13, teniendo al Estado y los vecinos como actores relevantes.
Los jóvenes fueron actores gravitantes del cambio. La palabra "dignidad" fue central: el Estado hizo un aerocarril y escaleras mecánicas que se integran al transporte público. En cada tramo de las escaleras hay funcionarios públicos que cuidan el sistema y viven en Comuna 13.
Ejemplo del cambio: el embarazo adolescente cayó verticalmente. Otro ejemplo: hace dos años inauguraron un campus universitario al que asisten 900 alumnos.
Dos factores son gravitantes en la nueva realidad: el arte y el turismo. Comuna 13 tiene murales por todos lados. Sus artistas son reconocidos. Hay galerías de arte. La música está presente en cada rincón: hip hop, salsa, cumbia. El turismo es enorme. Un barrio en paz, con tanto arte concentrado en sus calles, se volvió un atractivo turístico. Arte y turismo tienen un enorme impacto en el empleo y, por supuesto, en la autoestima local. Hace algunos meses estuve en la Comuna 13 y me encontré con Iván González, que hace 47 años que vive allí. Usa con frecuencia la palabra "educación" como centro de los cambios. Mientras se procesan y consolidan fuertemente esos cambios, familiares de desaparecidos siguen mirando la escombrera.
Aparecieron
Pablo Escobar es un souvenir en la Comuna 13. Es una camiseta, un sticker y un soplo de rebeldía frente al poder establecido de la oligarquías colombianas. Él mismo quiso ser oligarquía pero no pudo, por más dólares y poder de fuego que tuviera.
“Pablo” —como le dicen los lugareños— es una lápida al costado de la cual manos anónimas le acercan flores en forma periódica. Allí en el cementerio de Medellín se le recuerda. Pero hay otros que no tienen en dónde poner una flor. Son los familiares de los cerca de mil desaparecidos que tiene esta comuna.
“El pasado miércoles 18 será recordado por las madres buscadoras de la Comuna 13 de Medellín como el día en el que se demostró que no estaban locas. El hallazgo de restos humanos en el sector conocido como La Escombrera les da la razón, después de décadas de insistir en que el vertedero había sido utilizado por los distintos actores armados que han operado en la zona para enterrar a sus víctimas. Era una verdad respaldada por testimonios de paramilitares desmovilizados y registros fotográficos, pero controvertida hasta que no se encontrara una prueba”, escribió El País de Madrid.
Este logro se debe al trabajo de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) y la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), dos instituciones creadas por el Acuerdo de Paz con las FARC de 2016, y parte de un sistema más amplio que busca conocer la verdad de los delitos cometidos en 40 años de conflicto armado.
Uribe fue en estos días a la Comuna 13 para recoger apoyo y “reconocimiento”. Petro y la sociedad civil le recuerdan, desde internet, sus responsabilidades en los actos violentos.
“Aunque las madres celebran este hallazgo, consideran que es apenas el comienzo, pues probablemente sólo una familia logrará encontrar los restos de su ser querido. También critican que no fueron escuchadas y aducen que esa es la razón por la cual la búsqueda ha sido tan ‘truncada’. Desde un principio, ellas señalaron que allí había restos humanos. ‘Nos trataron de locas, pero hoy es una muestra de que no estamos locas’, dice Luz Elena Galeano Laverde, quien aún busca a su esposo, desaparecido desde 2008. Lleva 16 años de espera”, agregó la crónica de El País de Madrid.