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La oficina de la ANII

La iniciativa para una oficina en Jerusalén no partió del ecosistema científico uruguayo ni del directorio de la ANII, partió del propio Lacalle Pou.

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Cuando el gobierno de Lacalle Pou acordó la apertura de una oficina de Innovación de la ANII en Jerusalén ya su candidato había perdido las elecciones. Es que el acuerdo fue firmado por el entonces presidente de la Agencia, Flavio Caiafa, y el vicepresidente de Investigación y Desarrollo de la Universidad Hebrea de Jerusalén, Aaron Palmon, el 19 de diciembre de 2024, casi un mes después de la victoria de la fórmula encabezada por el profesor Yamandú Orsi.

La iniciativa para que la ANII tuviese una oficina en Jerusalén no partió del ecosistema científico uruguayo ni del directorio de la ANII, partió del propio Lacalle Pou como parte de su política exterior y lo estableció como un compromiso personal cuando recibió el premio Jerusalén de manos de la organización sionista del Uruguay. Lo anunció en su discurso de aceptación del premio mirando y mencionado al embajador de Israel desde el púlpito y lo hizo inmediatamente a continuación de comunicar de que Uruguay no participaría más en la conferencia contra el racismo de la ONU, conocida como conferencia de Durban, donde, por cierto, el Estado de Israel no es bienvenido por decisión abrumadora de la comunidad internacional que encuentra en su política de exterminio de los palestinos una manifestación de supremacismo incompatible con los valores de no discriminación promovidos por la conferencia de Durban. Aquella decisión fue muy cuestionada por el Frente Amplio, y por las organizaciones que tratan los temas de discriminación, especialmente, por la comunidad afrodescendiente uruguaya, pero fue muy aplaudida en el acto de la organización sionista donde Lacalle Pou disertaba. Cabe asumir, entonces, que retirarse de la Conferencia de Durban no le pareció a Lacalle Pou una medida complicada de tomar, porque lo hizo de un plumazo sin detenerse a pensar en las implicancia de abandonar la conferencia de la Onu contra el racismo. Un cuidado muy superior, al cuidado que quiere tener el gobierno de Orsi por el mensaje que podría transmitir el cierre o la no apertura de la oficina de ANII en Jerusalén, que todavía no tiene ningún proyecto ni nada que la justifique.

En los últimos días, la polémica se ha acrecentado. Con un importante contingente de investigadores e investigadoras que cuestionan esta decisión de el gobierno saliente, en el contexto de una inmensa reacción de las universidades de todo el mundo, muchas de las cuales han suspendido sus convenios con Israel debido al genocidio patente, indisimulable, indiscutible, consignado hasta por la Corte Penal Internacional que ha ordenado la detención de Netanyahu, bajo cargos de crímenes de guerra, de actos presunto de limpieza étnica. Entonces, primero sorprendió la declaración del presidente Yamandú Orsi de que había que analizar esta oficina separada del tema de la guerra en Gaza. Pero luego, se produjo el pronunciamiento del secretariado del Frente Amplio, porque el 18 de marzo, Israel rompió unilateralmente la tregua y mató a 400 personas en un día, muchos de ellos niños, y desde ese día viene matando a un promedio de 100 niños por día y mucha gente más, mintiendo además sobre las ejecuciones, como en el caso de convoy de médicos que fueron asesinados e israel inventó una historia cuya falsedad logró probarse cuando apareció el celular de uno de los médicos ejecutados al lado de su cuerpo en una fosa común.

La resolución del Frente Amplio fue, en cierto modo, ignorada por el canciller Mario Lubetkin, quien le comunicó a los miembros de la Comisión de Relaciones Internacionales del Senado que Uruguay iba a mantener la oficina de la ANII, aunque el Frente Amplio le pidiera que reevaluara esa decisión. De hecho, Lubetkin se detuvo en que el Frente Amplio le pidió que examinara el asunto, que lo siguiera valorando, y no que la cerrara. Tal vez al canciller leyó en ese matiz, en lugar de un acto de cortesía, una posición débil o de pocas certezas de parte del FA, que le dejaba amplio margen para seguir adelante con la oficina.

Pero el martes, la situación escaló: el consejo directivo central de la Universidad de la República reclamó el cierre de la oficina y lo hizo por unanimidad. Además, resolvió que no participara de ningún proyecto vinculado con esa oficina si se mantiene abierta. Con esta decisión del Frente Amplio y la resolución de la Universidad, el gobierno quedó en una posición incómoda: parece ser el único actor en el Uruguay que no ve las implicancias políticas de esta oficina: la derecha la tiene clarísima y por eso la promovió. La academia la tiene clarísima y por eso quiere que se cierre esa oficina y no involucrarse en nada que venga de ahí. El Frente Amplio, en el contexto de la organización lo tiene clarísimo, como lo tienen claro los frenteamplistas y las organizaciones sociales. E Israel lo tiene más claro que nadie.

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