Pasó la Navidad, la celebración más linda y, a la vez, la más hipócrita del año. Linda porque se reúnen familiares y amigos, y hasta luego de cuatro o cinco copas se reconcilian algunos. Los mayores hacen a los niños narraciones mitológicas edificantes y esos adultos, por unos días, se sienten más buenos que de costumbre.
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Ni ateos ni agnósticos somos ajenos a esta celebración que, oficialmente en Uruguay, como Estado laico, es el Día de la Familia, así decidido por el Gobierno de José Batlle y Ordóñez en 1917.
El mensaje de Jesús (personaje mitológico por excelencia) era sinónimo de amor y solidaridad; pero el mensaje cristiano en boca de algunas personas es sinónimo de hipocresía. El cristianismo es una de las armas más poderosas de la oligarquía para mantener sometidas a sus ovejas. Los poderosos no son cristianos, son constantinianos; pero el votante derechista de a pie no tendrá ni idea de lo que hablo, porque lee poco y a sus amos les sirve así, con pocas luces, ya que, como decía Simón Bolívar: “Nos han dominado por la ignorancia más que por la fuerza”.
Por lo general, el votante de derecha no lee, no se informa; apenas se queda con los titulares y pantallazos de los medios más poderosos de manipulación. El derechista de arriba es capaz de dar el diezmo a un pastor sinvergüenza; pero no quiere saber nada con distribuir el 10 % de las utilidades de sus empresas con quienes producen su riqueza, que son sus empleados.
Déjenme, antes de continuar, plantear algunas posturas de carácter filosófico.
Ateos y agnósticos
Ya he dicho antes que soy agnóstico, y mucha gente cree que agnosticismo es lo mismo que ateísmo, por lo que quisiera explicar la diferencia.
La palabra ateo es de origen latino: atheus, que a su vez proviene del griego atheo, formado por el prefijo a (sin) y theo que significa “dios”. En consecuencia, la palabra ateo es “sin dios”.
En cuanto al agnosticismo, es una actitud filosófica que declara inaccesible al entendimiento humano las características últimas del ser (el ente, el todo) y de lo que trasciende la experiencia. No es un dogma; es una teoría, una postura filosófica flexible, a diferencia del ateísmo.
El agnosticismo es una alternativa filosófica a las creencias tradicionales y sentencia la incapacidad de aseverar cuestiones que no se puedan demostrar, lo cual no necesariamente implica que no sea real, como sostiene el ateísmo. La posibilidad de que haya un motor creador y ordenador del universo es algo indemostrable, pero también su inexistencia. Lo mismo vale para la trascendencia del espíritu en planos ulteriores.
Cristianos, neoliberales y libertarios
Ahora bien, creyentes o no, debemos admitir que el mundo sería mucho mejor si quienes dicen ser cristianos vivieran como les recomendó su profeta.
En estos días he visto a muchos neoliberales y libertarios (que son los mismos perros con diferente collar) llenándose la boca hablando de Dios, de Jesús y la Virgen; pero hay algo inobjetable: si Jesús viviera, no sería libertario, ya que la doctrina libertaria hace apología del egoísmo.
Vimos también a muchos presidentes belicosos celebrando Nochebuena y Navidad, usando la religión, con profetas y libros sagrados, para manipular a las masas. Los pueblos que creen ser los elegidos de un dios suelen ser los más sanguinarios. Los crímenes más horrendos en la historia de la humanidad se han cometido en nombre de alguna divinidad.
No creo que un dios haya creado al hombre a su imagen y semejanza (por lejos, la teoría machista más grande que se ha inventado); creo, sí, que los pueblos crean a sus dioses a su imagen y semejanza. Los pueblos crueles y vengativos adoran dioses crueles y vengativos, como el Yahvé de los ejércitos del Antiguo Testamento, el del “ojo por ojo y diente por diente”, muy diferente al del Nuevo Testamento, que pregona el perdón y que, si te golpean una mejilla, ofrezcas la otra.
Como sea, de existir alguna potencia creadora y ordenadora del universo, ha dado millones de pruebas a través de los milenios de que es ciega, sorda y muda. Pero tenemos que aceptar como natural que algunos crean y otros no, como también es natural que vayamos cambiando nuestras posturas a través de la vida.
Paradoja
Soy agnóstico y, sin embargo, uso con frecuencia el término “ojalá”. Según el DRAE, la palabra “ojalá” (que representa una expresión de deseo) procede del árabe wa-sha Allah, que significa “y quiera Dios”.
En el Diccionario de Autoridades de 1737 se recogió por primera vez la palabra “oxalá”, que es la forma en la que se expresaba en el castellano de la época. En la edición de 1817 del DRAE ya aparecía con la grafía actual, “ojalá”. Fíjense que cuando alguien dice “ojalá Dios quiera”, está incurriendo en lo que conoce como pleonasmo.
Por todo esto, permítanme despedir al 2024 usando ese término de carácter religioso: ojalá.
Ojalá la ONU logre frenar el genocidio perpetrado contra el pueblo Palestino por Benjamín Netanyahu. Desde el inicio de la ofensiva de Israel en Gaza el 7 de octubre de 2023, más de 44.500 personas palestinas han muerto, según datos del Ministerio de Sanidad de Gaza. Además, se han registrado aproximadamente 105.000 heridos, muchos de los cuales quedarán discapacitados para toda la vida. Se constataron incluso varios casos de ataques del Ejército israelí contra quienes pretendían llevar ayuda humanitaria a la población civil.
Un comité de la ONU acusó en setiembre de 2024 al Ejército israelí de cometer violaciones “masivas” a un nivel jamás visto. Desde el 7 de octubre, en la Franja han muerto más de 16.756 niñas y niños; al menos un millón han sido desplazados; 21.000 están dados por desaparecidos; 20.000 han perdido al padre, a la madre, o a ambos y 17.000 se encuentran solos o separados de sus familias. Paralelamente, Israel está usando al hambre como método de exterminio.
¿Qué nos falta para catalogarlo como genocidio? Lo mismo que los nazis le hicieron al pueblo israelí, le está haciendo el Gobierno israelí al pueblo palestino. Lo mismo. Tan repudiable aquello como esto.
El fiscal de la Corte Penal Internacional ha librado una orden de captura contra Netanyahu para juzgarlo por crímenes de guerra junto a dirigentes de Hamás.
Ojalá los belicosos líderes de la OTAN dejen de alimentar la guerra entre Rusia y Ucrania, y tomen conciencia de que, si persisten en su intento de avanzar sobre el área de seguridad rusa, incluso aliándose con grupos nazis, como lo han hecho, llevarán al mundo entero a una guerra sin precedentes.
Ojalá dejemos de tratar de solucionar los conflictos a bombazos.
Ojalá podamos ver claro quiénes son los que intentan dividirnos.
Ojalá las grandes potencias dejen de tironear de los restos de Haití.
Ojalá las grandes potencias dejen de echar combustible en la hoguera venezolana.
Ojalá las grandes potencias dejen de lado los bloqueos económicos contra aquellos países que no se arrodillan frente a los imperios; porque esos bloqueos los sufren siempre las personas más débiles.
Ojalá el próximo presidente de Uruguay logre solucionar el grave problema que Luis Lacalle Pou nos deja como herencia: récord histórico de personas viviendo en la calle y comiendo en los contenedores de basura.
Ojalá mis hermanos de Ecuador y Bolivia ya tengan grabado a fuego en sus mentes algo que a esta altura es indiscutible: que la derecha solo busca concentrar la riqueza en unas pocas familias dominantes y que está dispuesta a usar todo el poder de los medios hegemónicos de desinformación para ensuciar y descalificar a los líderes populares, o incluso asesinarlos, como hicieron, por ejemplo, con Augusto César Sandino en Nicaragua.
Ojalá el pueblo argentino tenga el coraje de frenar la política económica demencial de Javier Milei, que hace pagar a los pobres las consecuencias del despilfarro de los ricos. La pobreza se ha incrementado en más de cinco millones de personas desde que asumió la presidencia este ególatra fundamentalista del liberalismo económico. ¡Qué diferencia con AMLO, quien, pese a la pandemia del covid-19, bajó en cinco millones la pobreza en México!
Ojalá en 2025 los pueblos, que aún duermen mientras son saqueados, despierten.
Ojalá, por lo menos nosotros, y para que sirva de ejemplo al mundo, volvamos a ser un país donde el amor y la solidaridad se impongan frente al odio y el egoísmo.
Por el bien de nuestros hijos y por el bien de los hijos de nuestros adversarios.