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Derecho Humanos Caserío de los Negros |

Caserío de los Negros

Sin memoria no hay justicia: el hallazgo que interpela al Estado uruguayo

Un hallazgo arqueológico reabrió las heridas de la esclavitud en Uruguay. Representantes de Mundo Afro reflexionan sobre memoria, espiritualidad, justicia y el papel del Estado uruguayo.

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Lo que en un principio fue un hallazgo aislado, sin objetos asociados y bajo capas de destrucción, pronto cobró un profundo significado histórico. El pasado 11 de marzo de 2025, los estudios bioarqueológicos financiados por la Institución Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo (INDDHH) confirmaron lo que ya se intuía. Los restos pertenecían a un joven africano, de entre 16 y 18 años, probablemente originario de la zona que hoy comprende Angola, Namibia o Zambia. Víctima del sistema esclavista colonial, presentaba signos de desnutrición, estrés metabólico y tuberculosis.

Han pasado varios meses desde que se dio a conocer la noticia de este hallazgo, pero son muchas las preguntas todavía. ¿Qué hacer con estos restos? ¿Cómo conciliar la mirada arqueológica con la espiritualidad ancestral? ¿Qué papel le corresponde al Estado y a las organizaciones afrodescendientes?

Para profundizar en estas interrogantes, Caras y Caretas dialogó con Oscar Rorra y Ernesto Rodríguez, integrantes de la organización Mundo Afro, quienes han acompañado el proceso desde sus inicios. En esta entrevista, reflexionan sobre los desafíos éticos, simbólicos y políticos que plantea este descubrimiento, y trazan las coordenadas de una historia que todavía está escribiéndose… o más bien, desenterrándose.

Porque cuando la tierra habla, lo justo es escuchar.

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Oscar Rorra y Ernesto Rodríguez, integrantes de la directiva de Mundo Afro.

Oscar Rorra y Ernesto Rodríguez, integrantes de la directiva de Mundo Afro.

¿Cómo comenzó el proceso de excavación arqueológica en el Caserío de los Negros?

Oscar Rorra (OR): La Red de Sitios de Memoria abrió un llamado público para investigaciones arqueológicas con enfoque en la temática afro. Un grupo de antropólogos ganó ese llamado y necesitaba el auspicio de Mundo Afro. Se lo dimos, y así comenzaron las excavaciones.

¿Qué importancia tiene este hallazgo para la memoria afrodescendiente en Uruguay?

OR: Los antecedentes de este tipo de investigaciones están en Brasil y Estados Unidos, y ahora también en Uruguay. Esto implica un reconocimiento ineludible de que en Uruguay existió la esclavitud. Si alguien tenía dudas, ahora ya no puede sostenerlas. Además, pone sobre la mesa la histórica ausencia de políticas públicas del Estado en relación con la memoria afrodescendiente. Hasta ahora, no hay políticas claras y, con estos restos, el Estado se enfrenta a una obligación: ¿qué hacer con ellos?

Hay quienes plantean crear un museo, mientras que otros proponen un tratamiento espiritual, con un entierro sagrado. Estamos ante esas dos tensiones. Mientras tanto, el Estado no ha asumido ninguna responsabilidad. En Uruguay, la única memoria visibilizada es la oficial, la de los descendientes europeos. Las contribuciones de indígenas, afrodescendientes y otros grupos han sido invisibilizadas.

Ernesto Rodríguez (ER): Esto le da visibilidad a la comunidad afro y nos permite volver a discutir lo aberrante que fue la trata esclavista en Uruguay. El Sitio de la Memoria se transforma en un lugar de reconocimiento, no solo para la población afro, sino para todos los que fueron víctimas de ese comercio macabro. El Caserío de los Negros fue un lugar donde las personas esclavizadas eran puestas en cuarentena para decidir si podían ser vendidas o debían ser descartadas. Lo más destacable es la lucha de la comunidad afro y de Mundo Afro, que durante años insistieron en que en ese lugar había restos, sabiendo que fue un espacio ignorado por la sociedad.

¿Qué aportes puede brindar esta investigación al conocimiento sobre la historia afro uruguaya?

OR: A partir de los restos óseos podemos saber de dónde venían las personas esclavizadas, sus enfermedades, su alimentación, su estado sanitario. Es una nueva dimensión que complementa lo historiográfico y donde la antropología tiene un rol fundamental.

ER: Ahora que sabemos que hay restos, podemos entender mejor cómo funcionaba ese espacio. Era casi como una cárcel, sin luz ni agua, con hacinamiento. Estos hallazgos pueden abrir nuevas líneas de investigación. La historia afro ha sido fragmentada, y este proceso nos permite reconstruirla.

¿Qué se descubrió en las excavaciones? ¿Qué se proyecta hacia adelante?

OR: Uno de los hallazgos más llamativos es que las paletas de los dientes estaban afiladas, lo que podría indicar algún rito étnico específico. Pero para avanzar necesitamos recursos económicos. Lo que hallamos fue por casualidad, porque se buscaban artefactos, no restos óseos.

ER: Cuantos más restos podamos hallar, más información obtendremos. Un museo o espacio educativo sería relevante para las nuevas generaciones. Pero para eso se necesita financiamiento y voluntad política.

¿Dónde se cree que puede haber más restos?

OR: Hay indicios de que podrían estar en un jardín de ANEP, al lado de la casa donde se hizo el hallazgo. En el pasado, durante construcciones, aparecían huesos que eran descartados. Tal vez hoy queden pocos restos. Lo ideal sería expropiar la zona y generalizar la investigación. Después sí, pensar en un memorial o reconocimiento simbólico, pero primero se necesita una investigación a gran escala.

¿Cómo se concilia la visión científica con la dimensión espiritual de los hallazgos?

OR: Hay una tensión entre la mirada positivista y la espiritual. Nuestra estimada Susana Andrade y Atabaque proponen un entierro sagrado simbólico. Sugieren incluir una fuente, algo vinculado a la espiritualidad. Creo que debe haber un equilibrio entre ciencia y espiritualidad. Pero para eso, la sociedad civil afro debe acordar una postura común.

ER: Hay quienes lo consideran un tema político, otros religioso o científico. Lo cierto es que hay que debatirlo profundamente. Solo con consenso podremos presentar propuestas al Estado.

¿Qué rol debe jugar el Estado en este proceso?

OR: El Estado tiene los recursos, pero no puede imponer decisiones. Debe acompañar lo que decida la sociedad civil.

ER: La construcción de la historia afro uruguaya necesita la participación activa del Estado. No puede quedar solo en manos de las organizaciones de la sociedad civil. El Estado debe apoyar, investigar y financiar estas iniciativas.

¿Existen espacios de articulación entre organizaciones afrodescendientes para debatir este tema?

OR: Existe un espacio vinculado al Caserío de los Negros, donde nos reunimos mensualmente y compartimos información.

ER: Pero falta un lugar más amplio donde cada organización pueda presentar su propuesta, debatirla y llegar a consensos. Si queremos pedir apoyo estatal, tenemos que estar de acuerdo primero. Algunas organizaciones quieren un santuario, otras un lugar para ceremonias, y otras un centro de reivindicación política.

¿Qué desafíos enfrenta ahora la comunidad afro uruguaya?

ER: El mayor desafío es generar herramientas y recursos para continuar la investigación. El hallazgo de restos le da al Caserío de los Negros un peso mayor como sitio de memoria. Hay que pensar cómo organizarnos para aprovechar lo que la tierra nos dice. Podríamos estar frente a un cementerio clandestino. Estamos convencidos de que este tipo de elementos históricos requieren la participación de toda la sociedad.

OR: Como siempre, la realidad va por delante de las políticas públicas. Nosotros tratamos de alcanzarla.

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