El gabinete de Orsi

De las integración de las carteras, los comentarios más urticantes se han producido por el malestar que sienten algunos empresarios y, naturalmente, manifiestan los operadores de sus intereses por la designación de Juan Castillo como ministro de Trabajo, puesto que consideran esa designación casi un partidismo del Gobierno en la lucha de clases, que suelen negar en el discurso pero tienen muy presente en cada una de sus apreciaciones. Castillo, luego de la designación, concurrió con el laboralista Hugo Barreto, subsecretario de la cartera, a visitar la sede del Pit-Cnt de manera informal y sorpresiva para algarabía de los trabajadores y tirria de los detractores. Algunos aprovecharon la volada para recordarle al ministro que no es el ministro de los sindicatos sino de todos los actores del mundo del trabajo. Castillo se lo tomó con filosofía, ponderando sus palabras, sin entrar en las provocaciones de viejos carcamanes que hasta hace no tanto se jactaban de nunca haber perdido una huelga, como si hubiese mérito particular en gobernar para las patronales y no ceder jamás ante las reivindicaciones de obreros y obreras.

Del resto del gabinete impresiona una conformación renovada, sin nadie que haya ocupado jamás el cargo de ministro. Cuatro ministras mujeres provienen del MPP y son políticas de fuste con amplia trayectoria en cargos legislativos y de gobierno y gestión: Sandra Lazo, legisladora que hace años se ocupa de los temas de defensa nacional; Lucía Etcheverry, senadora con antecedentes legislativos en la gestión de obras de Canelones y en las políticas de vivienda del Frente Amplio; Cecilia Cairo, otra dirigente del MPP con un destacado trabajo en el oeste de Montevideo y Fernanda Cardona, que ya fue subsecretaria de Industrias y directora de UTE, con sólida formación técnica en el área. La quinta ministra es la doctora Cristina Lustemberg, médica pediatra con experiencia en la cartera de Salud Pública; reconocida especialmente por su dedicación a los problemas de la infancia, donde radica uno de los desafíos claves que enfrentará la administración frenteamplista.

En Ganadería era más que esperable que Alfredo Fratti liderara el Ministerio y es hasta natural que Matías Carámbula ocupe la subsecretaría. Son dos personas con formación indiscutible, experiencia y peso político. De Edgardo Ortuño y Gonzalo Civila, titulares de Ambiente y de Desarrollo Social respectivamente, podemos destacar sus condiciones de políticos con trayectoria, ambos docentes, muy estudiosos y muy inteligentes. Ortuño lo ha demostrado en el Ejecutivo, entes y Parlamento; el caso de Civila ha suscitado algo más de polémica, fundamentalmente porque, pese a ser secretario general del Partido Socialista y legislador, lo conocen poco, evidentemente. Tiene Civila una fuerte vocación por el trabajo en la comunidad, con los sectores más débiles, mucha inteligencia —diría que es un joven brillante— y sabe armar equipos. Nada de eso garantiza una gestión memorable, pero es más que suficiente para darle crédito y no juzgarlo a priori. José Carlos Mahía es otro profesor, en un gabinete y un gobierno que va a estar lleno de docentes egresados de los institutos de formación docente tan vilipendiados, y le va a tocar la cartera de Educación, su vocación de siempre junto a la política, y no va a fracasar, entre otras cosas porque quiere verdaderamente a la educación pública, a diferencia de su inmediato antecesor, conocido por su odio hacia todo lo estatal. El ingeniero Menoni en Turismo es otro que será una pieza clave, cuyos antecedentes vienen de la gestión y, aunque no venía de ese ámbito especialmente, es ingeniero y, como tal, multitask.

Las carteras de Interior, Relaciones Exteriores y Economía serán ocupadas por técnicos independientes. El canciller viene de un cargo internacional y habrá que verlo en acción antes de hacer comentarios mayores. Suponemos que está alineado con el programa del Frente Amplio en todos los temas, especialmente los más complejos. El ministro de Economía se alineará como ya expuso el presidente, aunque tal vez a veces exponga sus matices. Con todo, tiene el desafío de volver a poner a Uruguay en una senda donde el crecimiento económico se acompañe con distribución y mejora de los indicadores sociales, porque la población se hartó de que todo el crecimiento del Uruguay se lo queden pocas manos, mientras el resto apenas si ve mejorar sus ingreso o, en la mayoría de los casos, los vio caer durante cuarenta meses.

Párrafo aparte merece el Dr. Carlos Negro como ministro del Interior. Es una apuesta audaz y emocionante. Ponen a un especialista en el delito, con una trayectoria impecable en el Ministerio Público y una sensibilidad social y profundidad en el análisis conocida y reconocida, al frente de un ministerio que es extremadamente desafiante. Tiene todo lo que hay que tener: conocimiento, coraje e inteligencia. Pero enfrenta una problemática mayor y que se ha agravado mucho. El Uruguay necesita que le vaya bien.

En conclusión, Orsi presentó un gabinete equilibrado, competente y diverso. Arrancó bien y ya no veo la hora de que empiecen a gobernar.