En el Secretariado Ejecutivo, su vacante la ocupará Gretel Artola, quien ha trabajado con Pereira en los últimos años y ya ha acumulado experiencia en la Secretaría de Género, Equidad y Diversidad, como así también en distintos espacios de política sindical.
Está cerrando una etapa importante de su vida y comienza algo nuevo.
Sí, renuncié a la secretaría general y a la responsabilidad que me había encomendado el último Congreso de la central. Gretel Artola asumirá en el Secretariado pero el cargo de secretaria general queda vacante hasta el próximo Congreso que se realizará en mayo, que discutirá muchos temas programáticos y también algunos asuntos formales como la dirección sindical, si se mantiene la estructura de tener la presidencia, secretaría general y vicepresidencia o si se vuelve al sistema de coordinadores. Las corrientes sindicales deberán conversar eso y, por sobre todas las cosas, adoptar una decisión que fortalezca la unidad. Tenemos buenas experiencias con ambas formas de conducción pero eso deberá laudarlo el Congreso, junto con los temas programáticos.
Yo debía concretar mi renuncia a la conducción del Pit-Cnt porque ya hay una nominación pública para que ocupe un cargo como consejera en el Codicen. Obviamente, cuando asuma el cargo renunciaré a la Federación Uruguaya de Magisterio, pero eso será en abril.
¿Qué queda de todos estos años de militancia y trabajo en el movimiento sindical?
Yo sigo siendo —y creo que lo voy a ser toda la vida— una trabajadora. Y me voy a seguir sintiendo parte de la clase de los trabajadores. Desde ese lugar voy a intentar contribuir en una responsabilidad que me está dando un gobierno que intenta construir una sociedad mejor. Yo no voy a cambiar y creo que seguiré siendo la misma maestra que creyó y abrazó esta vocación. Soy la misma. Hablé con mis compañeras de Ademu Soriano, que es mi sindicato de base, y a todos les dije eso, que confío seguir siendo la misma, ocupando un rol distinto, con otras responsabilidades. Yo le pedí humildemente a mis compañeros de Soriano y ellos definieron positivamente mantener mi afiliación al sindicato. No son asuntos incompatibles. Por supuesto que no voy a continuar en la dirección, pero si voy a seguir siendo afiliada a mi organización de base, por lo cual voy a seguir afiliada a la FUM-TEP y al Pit-Cnt.
¿Qué aprendió y qué faltó en estos años en la dirección sindical particularmente desde la secretaría general?
Siento que todo valió la pena. Yo llegué a ese cargo sin habérmelo propuesto como una meta. Fue la corriente (Articulación) la que me propuso que asumiera esa responsabilidad. Y obviamente que cuando me habló Fernando Pereira sentí mucha emoción, porque me dijo que nunca me pediría que yo asumiera algún espacio si no estaba convencido que lo podía desempeñar de la mejor manera. Después, a la hora de las evaluaciones, seguramente me quedó muchísimo por hacer. Pero me llevo mucho aprendizaje. La vida es un aprendizaje constante y continuo.
Seguramente, si tuviera que volver a hacerlo, lo haría de manera diferente, pero tendría ya una experiencia acumulada que no la tuve cuando llegué en este tiempo. Creo que estar en un cargo de tanta responsabilidad en la conducción sindical es muy desafiante y mucho más si sos mujer. De todas maneras, quiero reconocer a mis compañeras y especialmente a los compañeros varones. Todos ellos, desde los funcionarios hasta los dirigentes políticos. Me sentí muy respetada en este ámbito y me voy sintiéndome respetada. Creo que los compañeros hicieron un esfuerzo impresionante por aprender a convivir con una secretaria general mujer, con todo lo que ello implica. ¿Tuvimos diferencias? Sí, las tuvimos a la hora de definir estrategias y en ocasiones, a la hora de los tiempos de definir acciones. Eso es algo particularmente delicado en el movimiento sindical. Nosotros debemos conversar y analizar con nuestros tiempos y tomarnos los espacios que necesitemos y no caer en ocasiones en la trampa de las urgencias. Porque eso nos juega en contra. Debemos «masajear» los temas y buscar acuerdos. Y eso inevitablemente lleva otros tiempos que no son los de la inmediatez cotidiana. Cuando alguien nos ve desde afuera puede que le parezca que nos la pasamos conversando y discutiendo y ese es el camino correcto. Cuando eso sucede es porque los temas se están discutiendo y analizando suficientemente para lograr acuerdos y consolidar la unidad.
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Estos últimos cinco años fueron casi un posgrado de territorialidad con muchísima actividad en campañas, recolección de firmas, mantenimiento de ollas y merenderos, carpas y tantas cosas más. ¿Qué balance hace de cara a su nuevo rol en la educación?
Sí, absolutamente. Me voy con las maletas cargadas de experiencias intensas y, por supuesto, del contacto con la gente. Si observamos en perspectiva, desde el 2005 el Uruguay comenzó a vivir un tiempo de recomposición de los ámbitos de negociación colectiva porque tuvimos gobiernos con una clara mirada de respeto a los trabajadores, y de valoración y atención a las infancias, a las personas más vulnerables, a quienes estaban en situaciones más complejas a nivel económico o laboral. En ese tiempo, una de las características más marcadas fue el respeto de las autoridades nacionales a los trabajadores, a las organizaciones sindicales y a toda la población. Eso fue lo que notoriamente cambió cuando asumió el gobierno de coalición que se está terminando. Se perdieron derechos, los espacios de negociación fueron muy peleados por parte de los trabajadores para que se instalaran, en algunos ámbitos ni siquiera se instalaron y pasaron los cinco años sin que se concretaran. O, lo que fue peor, hubo una teatralización de la negociación colectiva con simulacros en los que se hacía la pantomima de ir a negociar y no se escuchaba ni aceptaba ningún planteo de los trabajadores. La herramienta colectiva estuvo bastante vapuleada y en ocasiones se nos convocaba para informarnos lo que unilateralmente ya habían resuelto.
También tuvimos que presenciar una campaña de desprestigio que nos atacó una y otra vez desde las esferas del Gobierno y desde algunas bancas parlamentarias, con la estigmatización y sospecha que éramos vaya a saber qué cosas. Y se agitó con la personería jurídica cuando muchísimos sindicatos —nuestra Federación o AEBU, por ejemplo— tienen o tenemos personería jurídica y elecciones con voto secreto. ¿Y qué le cambió a la gente en materia de la educación esa campaña del miedo contra los sindicatos? ¿Qué le cambió al trabajador? ¿Qué le cambió a la organización? Nada. Después llegó el tiempo de trabajar con las ollas, con la gente que sufrió las inundaciones, con la sequía, y siempre estuvimos. El Pit-Cnt siempre estuvo donde tiene que estar por más campañas de odio que hayan querido hacer. Eso me llevo en mi mochila y en mi corazón. Cuando a uno de nosotros le toca el momento de irse a otra responsabilidad se lleva todo ese aprendizaje. Y de verdad el camino te marca que el aprendizaje es de ida y vuelta pero siempre es mucho más lo que aprendés de los demás que lo que vos tenés en tu formación.
Seguramente me quedaron cosas por hacer y debo haber dejado asuntos pendientes. Pude haber hecho más, especialmente pensando en mis compañeras mujeres. Y eso que vengo de una organización que está conformada mayoritariamente por mujeres. Pero sé que nos cuesta un poco más. Y si algo puedo dejarles es el mensaje de que vale la pena, que todas pueden llegar y hacerlo, que ese es un proceso duro pero podemos hacerlo. Eso también implica que los compañeros se tienen que correr de algunos de sus lugares en los que llevan años. Y sí. Es un proceso colectivo. Las compañeras pueden, yo seguramente hice poco, pero ellas lo harán muchísimo mejor que yo. Y una última reflexión: nunca es llevándose el muro por delante; es respetando. Y si nosotras respetamos, nos van a respetar.
No solamente los sindicatos consideran haber sido destratados por el actual Gobierno —en particular los de la educación denunciaron hostigamiento y persecución—, sino que muchas organizaciones sociales, las ollas y activistas sociales consideran lo mismo. ¿Cómo se paran ahora desde el Gobierno que llega para no defraudar la esperanza depositada en ustedes?
Tiene que ver con un programa de gobierno consensuado y la forma en la que se fue tejiendo, que es lo que nos permite visualizar un gran acuerdo social. Creo que la soberanía popular refrendó por dónde tenemos que caminar. Tengo claro que voy a ser parte de la ejecución de ese programa de gobierno que generó estos consensos. Mi compromiso, mi responsabilidad, los cargos, están en función de la gente. Hay algo que quiero hacer y es estar en los territorios, quiero estar en las escuelas, en los liceos, en las UTU, quiero solucionar esas pequeñas grandes cosas que hacen a la vida de las comunidades educativas. Seguramente cuando me tenga que ir no habré hecho discursos grandilocuentes de campaña ni de marketing con eslóganes de transformación educativa que prometió las mil maravillas, pero sí espero puedan decir que llegué y cumplí con la palabra de estar junto a la gente, de escuchar para que las políticas públicas se coordinen para llegar a los menos favorecidos y también a aquellos que están en otra condición pero que también necesitan algo.
No pienso encerrarme en una oficina porque necesito trabajar en territorio, recorrer escuelas, charlar con las maestras, auxiliares y familias. Ya le adelanté eso al presidente designado del Codicen, el compañero maestro Pablo Caggiani. Necesito el contacto con la gente, así que será un tiempo de coordinar, escuchar y mucho trabajo colectivo. Es una gran responsabilidad la que se nos viene para estar a la altura de las expectativas de la gente. Y ese es un desafío precioso. Siento un gran orgullo de poder estar en este lugar porque la educación ha sido, es y será mi vida. Yo creo que la educación puede mucho pero no lo puede todo. Por ello es imprescindible mirar, escuchar y entender las demandas, exigencias y necesidades de la comunidad. Para entender las cosas uno tiene que estar ahí en el territorio. Para conducir la educación uruguaya hay que comprender y ser sensible a las necesidades de la comunidad, de los docentes, los funcionarios, saber hasta los problemas edilicios, los caños rotos, los vidrios que faltan por donde entra frío, verlo y entenderlo todo. Y solucionarlo. No me importan las cocardas. Sí estar a la altura de las necesidades de la gente.
¿Un niño puede aprender con hambre?
Nunca puedes aprender con hambre, ni con frío, ni con cansancio. Nadie puede aprender en un contexto de violencia como tampoco si no recibe amor, por lo cual son muchas las variables en las que debemos accionar para que un niño pueda aprender. El objetivo ahora no es ponerlos dentro de un salón de clase durante cientos de horas y machacarles lo que queremos que aprendan. El programa del Frente Amplio establece la coordinación entre las políticas públicas para que miren a ese niño como un ser integral. Esto quiere decir que no solo se atienda la alimentación sino atender su condición de vida, la estructura familiar, el posible entorno laboral de la familia, la vivienda, el abrigo, la salud. Y nosotros vamos a tratar de incidir en esa coordinación entre las políticas públicas tan necesarias para mejorar la vida de las personas y, en relación a tu pregunta, para atender de manera integral las necesidades de esos niños y sus familias. Pero hacerlo de verdad.