Una marca propia
"Durante la gestión de Almagro se consolidaron algunas tendencias históricas de la OEA como la sumisión a EEUU, el principal 'accionista' de la organización. Pero, además, Almagro construyó una marca propia, muy personalista y en la línea del primer Gobierno de Trump y con el núcleo de republicanos afines a Trump en Miami", afirmó a Sputnik la politóloga argentina Silvina Romano.
La experta, una de las autoras del libro "La OEA en tiempos de Almagro", admitió que la OEA siempre fue, desde su creación en 1948, un instrumento a través del cual Washington buscó imponer al resto del continente "su noción de la democracia y el desarrollo" y el american way of life. Aun así, consideró que el organismo aún era visto por algunos países como un instrumento "de diplomacia" que podía servir para la solución de controversias.
Romano subrayó que Almagro "eliminó esa característica del organismo y en vez de hacer diplomacia ejerció el intervencionismo directo en la política interna de los países y generó discordia", lo que en definitiva es "todo lo contrario a lo que debería esperarse de un organismo interamericano".
Para la analista, el episodio "más bochornoso" de la gestión de Almagro se dio con el apoyo de la OEA al golpe de Estado en Bolivia en 2019, cuando el propio secretario general acusó al entonces presidente boliviano Evo Morales (2006-2019) de fraude electoral, sin datos fehacientes que sustentaran esa hipótesis.
"Almagro profundizó la inestabilidad y propició un golpe de Estado convencional puro y duro en Bolivia, con un legado de violencia, muertes y desinstitucionalización muy fuerte. La OEA es responsable de eso y todos esperábamos que Almagro tuviera que rendir cuentas, pero parece que se irá impune", afirmó Romano.
La analista también apuntó como otro de los puntos oscuros de la gestión Almagro el apoyo explícito a una posible intervención armada en Venezuela en 2018, con el objetivo de derrocar al presidente Nicolás Maduro. "Se plegó a EEUU en esa amenaza que prácticamente planteó una situación de guerra que hacía mucho no se veía en la región", recordó.
¿Por qué la OEA no funciona?
También en diálogo con Sputnik, el analista geopolítico Carlos Pereyra Mele definió al período de Almagro al frente de la OEA como una época de "sumisión total a las directivas de Washington" pero contextualizó esto dentro de la historia de una organización que nunca se apartó demasiado de ese camino.
Para el experto, el organismo tiene un problema desde su origen, cuando EEUU se aseguró el control sobre esa plataforma al financiarla y asegurar que su sede estuviera en la capital estadounidense. El debilitamiento se acentuó, de acuerdo al experto, cuando se incorporaron las excolonias europeas en el Caribe, diluyendo el poder que tenían los estados soberanos latinoamericanos al otorgar "un voto por país".
"El voto de Brasil tiene la misma potestad que el de Trinidad y Tobago, cuando sabemos que esa no es la real dimensión del poder en nuestra América. Por lo tanto, el poder latinoamericano se fue diluyendo y quedando a la saga de esta organización, que es fruto de la Guerra Fría", sostuvo Pereyra Mele.
El experto advirtió que, si bien en la actualidad EEUU ya no es el "Estado hegemónico" en la región como lo era en la época de postguerra en la nación la OEA, el organismo "siguió siendo una herramienta muy útil para los gobiernos norteamericanos de turno", especialmente en la tarea de "bloquear a todos los países díscolos de la región". Ello explica, fundamentalmente, el "castigo a Cuba", expulsada de la organización en 1962, o los más recientes embates contra Venezuela o Bolivia.
Pereyra Mele aseguró que la OEA "ha perdido credibilidad" al punto en que países como Venezuela han decidido directamente dejar de participar y "es un reflejo de algo que no existe más" porque "no representa los intereses reales de la región". "Todo esto genera un descrédito que ha llevado a una pérdida sustancial de importancia que terminará, seguramente, con el deterioro final de esta organización", auguró.
En efecto, el experto comparó la pérdida de relevancia de la OEA con la del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que "ha perdido la influencia que tenía" en la región en favor, por ejemplo, del Banco de los BRICS y la consolidación de China como principal socio comercial de la mayoría de los países latinoamericanos.
La CELAC, alternativa natural a la OEA
Para Romano, los diez años de Almagro en la OEA "terminaron de borrar" las pocas esperanzas de que la OEA tuviera, al menos, una apuesta por la diplomacia en la región americana. Por eso, consideró que la gestión del uruguayo "ha presionado para el nacimiento o el refuerzo de organismos de diplomacia y encuentro regional por fuera de la OEA".
"Es muy difícil que la OEA vuelva a revestirse de legitimidad luego de la gestión de Almagro y es urgente que encontremos institucionalidades alternativas porque en el tablero geopolítico de hoy, una de las únicas vías para que América Latina tenga voz y voto y pueda mejorar sus condiciones es la unidad regional", afirmó la analista.
Pereyra Mele apuntó especialmente a la presencia de EEUU y Canadá como uno de los grandes problemas de la OEA. "Mientras tengamos organismos donde la anglosfera tenga suficiente poder y suficiente relación desequilibrada, como en la OEA con EEUU y Canadá, no servirá porque será un mal espejo en el que se reflejan mal las situaciones de la región", explicó.
Tras la desaparición de la Unasur, ese foco se ha colocado, remarcó Romano, sobre la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), organización que nuclea a los 33 países de las Américas, excepto EEUU y Canadá.
Pereyra Mele consideró, en tanto, que la CELAC podría agrupar a su vez a "organismos regionales" que contemplen de forma más específica las realidades de los diferentes "subcontinentes" de América y que, juntos, puedan "desarrollar una política más acorde a nuestros modelos de soberanía si queremos formar parte del nuevo orden mundial".