Los nuevos fans de Zuckerberg querían verlo como el contrapunto de Musk, el mejor barón de las redes sociales, a pesar de que la historia demuestra que son dos caras de la misma moneda. Los multimillonarios incluso jugaron con la supuesta rivalidad sugiriendo que iban a pelearse físicamente, mientras el robot Zuckerberg se transformaba en un entusiasta de las artes marciales mixtas. Cuando reveló un físico más musculoso, junto con camisas holgadas y, un poco más tarde, cadenas de oro, algunos segmentos de las redes sociales enloquecieron, y parecía que sus días de ser uno de los ejecutivos corporativos más odiados en Silicon Valley habían quedado atrás. Pero Zuckerberg nunca fue quien esos nuevos enemigos de Musk querían que fuera.
En 2023, Meta había levantado su prohibición sobre Donald Trump, antes de revertir las restricciones finales el 12 de julio de 2024. Al día siguiente, Trump sufrió un intento de asesinato en Pensilvania. Zuckerberg llamó a Trump para decirle que estaba «rezando» por él, y menos de una semana después dijo que Trump era un «tipo duro», aunque se aseguró de aclarar que no se trataba de un respaldo explícito. Mientras tanto, Zuckerberg se negó a renovar su apoyo a los esfuerzos electorales locales después de que fueran criticados por los republicanos, y Meta continuó revirtiendo las políticas que había implementado como salvaguardas electorales.
Para algunos, la reciente decisión de Zuckerberg de deshacerse de los verificadores de datos a cambio de notas de la comunidad, abrir las compuertas a la incitación al odio y empezar a deshacerse de la diversidad y las iniciativas transinclusivas podría parecer una traición. Pero esto no fue ninguna sorpresa para aquellos que no cayeron en la campaña de relaciones públicas orquestada por expertos que acompañó a su cambio de imagen.
Trazando la evolución de Zuckerberg
Zuckerberg pasó años recibiendo golpes figurados antes de subir al ring para recibir algunos reales. La derecha política le llamó la atención por su supuesta supresión del discurso conservador —una acusación dudosa—, pero enfrentó una presión regulatoria real por parte de los demócratas, especialmente cuando volvieron al poder en 2021. Sin embargo, su respuesta a ese escrutinio político ha cambiado con el tiempo.
En la década de 2010, parece bastante claro que Zuckerberg quería parecer socialmente progresista, como muchos otros líderes tecnológicos, a pesar del libertarismo que domina la política de Silicon Valley. Fue franco en temas como la inmigración, incluso cuando su empresa ayudó a impulsar la narrativa opuesta donde era rentable, y financió esfuerzos filantrópicos supuestamente destinados a abordar esas causas. Eso incluyó una gran donación para promover la privatización de las escuelas, tratando de distraer la atención del estreno de la película La red social.
Cuando la presión política aumentó, Zuckerberg volvió a intentar demostrar que la empresa, entonces llamada Facebook, estaba respondiendo a las críticas. Pero nunca estuvo dispuesto a ir lo suficientemente lejos como para abordar realmente la raíz del problema, en parte porque se tomó al pie de la letra la ira conservadora y poco sincera. Si se silenciaba más a los conservadores que a los liberales en las redes sociales, era solo porque eran más propensos a utilizar el discurso del odio y a expresar opiniones intolerantes que quedaban atrapadas en la moderación. Pero la empresa no aceptaba esa realidad.
Según informes de BuzzFeed News, Zuckerberg ya estaba interviniendo personalmente para proteger a usuarios de extrema derecha en 2019, incluyendo al fundador de Infowars, Alex Jones. Como le dijo un empleado a la publicación, «a Mark no le gustó personalmente el castigo, así que cambió las reglas», permitiendo que una amplia gama de grupos militantes de derecha permanecieran en Facebook y se organizaran para la insurrección que tuvo lugar el 6 de enero de 2021. Ese acontecimiento obligó finalmente a la empresa a tomar medidas más serias, pero muchos de esos esfuerzos probaron ser efímeros.
El hombre que ayudó a Zuckerberg a reprimir la moderación de las cuentas de derecha fue Joel Kaplan, un agente republicano que ejercía de vicepresidente de política pública global. No cabe duda de que Kaplan ayudó a configurar las opiniones de Zuckerberg y las políticas que adoptó la empresa, y ahora tendrá aún más influencia. Antes del impactante anuncio de Zuckerberg sobre la política de moderación, Kaplan sustituyó a Nick Clegg, exviceprimer ministro británico, como presidente de asuntos globales. Kaplan tiene una gran influencia, por no mencionar su buena relación con Zuckerberg, pero las acciones del consejero delegado no deben atribuirse únicamente a Kaplan.
Aceptar el derecho a eludir la responsabilidad
Un perfil mal titulado de Zuckerberg que sugería que había «terminado con la política», publicado en el New York Times en septiembre, ofrece una buena visión de algunos de los factores que impulsan su realineamiento político. Allí se describe a Zuckerberg como harto de la reacción política, pero con mucha más ira hacia los políticos progresistas y los empleados de su grupo filantrópico que hacia las figuras políticas de derecha que también lo tenían en el blanco.
En particular, Zuckerberg y su esposa, Priscilla Chan, rechazaron a los empleados que esperaban que se hiciera más en respuesta al asesinato de George Floyd y la anulación de los derechos al aborto en Estados Unidos. Según se informa, Zuckerberg se ve ahora a sí mismo como un libertario o «liberal clásico» que aborrece la regulación y el «progresismo de extrema izquierda», como las protestas pro-Palestina en los campus, que él y Chan consideran antisemitas.
El realineamiento de Zuckerberg hacia la derecha política no debería sorprender. En la última década, se ha convertido en la tercera persona más rica del mundo. Además, nunca podrá ser desplazado de su posición en la cima de Meta porque su estructura accionarial de doble clase le otorga la mayoría del poder de voto. Más recientemente, comenzó a practicar artes marciales mixtas, que tienen una cultura muy conservadora. Se apresuró a destruir las iniciativas de diversidad en Meta y ahora afirma que la empresa necesita una «energía más masculina».
Zuckerberg lleva un tiempo harto de las críticas y amenazas a su poder y solo estuvo buscando el camino adecuado para deshacerse de ellas. Su empresa pagó para avivar la campaña contra TikTok, con el objetivo de desviar la atención de las redes sociales estadounidenses, y ve a la administración Trump no sólo como una oportunidad para quitarse de encima al gobierno de EE.UU. sino para usar el poder que tiene para presionar a otros países para que también retrocedan. Su posición social hizo que abrazar la derecha política sea ventajoso personal y comercialmente, y ve que los conservadores están dispuestos a aceptarlo siempre y cuando tome medidas corporativas que los mantengan contentos.
Cuando Zuckerberg cambió el nombre de la empresa a Meta en 2021, no fue solo para distraer a la gente de las filtraciones de la ex empleada Frances Haugen. En un breve vídeo antes de la conferencia magistral de Facebook Connect, en el que expuso su visión del metaverso, afirmó en tono desafiante que para muchas personas, en concreto para sus críticos, nunca «habrá un buen momento para centrarse en el futuro». Los verdaderos héroes de la sociedad, sostuvo, son «aquellos que están dispuestos a levantarse y decir: ‘Este es el futuro que queremos y voy a seguir presionando y dando todo lo que tengo para que esto suceda’».
El futuro que Zuckerberg quiere es uno en el que los multimillonarios tecnológicos como él puedan jugar en el mundo cerrado de los campus tecnológicos suburbanos y los complejos hawaianos sin críticas ni responsabilidades, mientras nos dicen al resto de nosotros que los juguetes como los cascos de realidad virtual y el metaverso nos salvarán la vida. No importa que sus ambiciones tecnológicas sean poco más que fantasías de ciencia ficción. La alianza de Silicon Valley con la extrema derecha les permitirá seguir predicando durante un poco más de tiempo sobre la forma en que la tecnología salvará al mundo, mientras continúan degradando la vida de todos.
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(Esta es una versión editada de un artículo que apareció originalmente en Disconnect.)
Paris Marx es un escritor socialista y presentador del podcast Tech Won't Save Us.