Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME
Política SIE | acoso |

Acoso subordinado

"El jardín de los cerezos" del Servicio de Intendencia del Ejército (SIE)

A las decenas de casos de acoso sexual que se producen en varias dependencias de las FFAA, se conocen ahora los acosos ocurridos en el SIE.

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

Cuando recibimos el informe del Ministerio de Defensa sobre los casos de acoso sexual que se producían en su órbita, las denuncias que teníamos en nuestra mesa de trabajo triplicaban el informe oficial. Más allá de los números, la realidad muestra que en el caso de suboficiales denunciados, las consecuencias son los cambios de unidad y en algún caso unos días de arresto a rigor.

La enorme mayoría de los oficiales denunciados con suerte reciben algún apercibimiento verbal, o incluso se producen algunas situaciones bizarras como la de un oficial con dos denuncias por acoso, de apellido C., que fue trasladado y designado en la Comisión de Género del Hospital Militar durante un tiempo.

Para las suboficiales violentadas, sin embargo, la suerte no es la misma, y es de esperar que, de aprobarse el proyecto de ley del Poder Ejecutivo que modifica la Ley de Género obligando a la denunciante a aportar pruebas, la situación empeore. Las suboficiales terminan certificadas con atención psiquiátrica, su familia sufre el impacto de la situación de acoso (a veces generando conflictos a nivel de pareja), y en general se terminan retirando de la fuerza a la que pertenecían.

El acoso subordinado

En mayo del 2023 publicábamos el articulo “Acoso laboral: un constante proceder en las Fuerzas Armadas” y sosteníamos cómo las situaciones de acoso sexual y laboral son de alguna manera “amparadas” por el Reglamento 21 del Ejército. Decíamos entonces, y reiteramos: “El rígido reglamento militar que impera en las Fuerzas Armadas y la discrecionalidad de su uso generan situaciones que, a la luz de los nuevos amparos legislativos, pueden ser tipificadas como acoso laboral. La nueva estructura militar y funcionamiento del siglo XXI debería quizás actualizar sus reglamentos porque la nueva oficialidad ya no acata mansamente un reglamento ‘prusiano’ que atenta contra el sentido común”.

Al igual que pasa con las denuncias de acoso sexual, nos explica un militar, en los casos del acoso laboral: “Por un lado son difíciles de probar, nunca se encuentran militares dispuestos a atestiguar porque, además, si uno anuncia que va a hacer una denuncia por acoso laboral, primero debe cumplir el arresto a rigor y luego formalizar la denuncia. No todos cuando terminan la sanción siguen adelante con la denuncia”. A esto se agrega que las nuevas generaciones de efectivos no sienten una pertenencia a la “familia militar”, ya que para muchas y muchos ingresar a las Fuerzas Armadas fue más una opción laboral que de vida.

En abril de este año, en el artículo “Denuncias de acoso sexual y laboral sin resolver en Sanidad Militar”, decíamos, referido a la propuesta de Cabildo Abierto que luego tomó el Poder Ejecutivo: “Cuando la campaña de denuncias por situaciones de acoso sexual y laboral ‘Varones de …’, faltó la de ‘Varones de las Fuerzas Armadas’; ahora que Cabildo Abierto, el partido político que integran varios militares, va por la modificación de la Ley de Género, es bueno exponer las cientos de denuncias de mujeres que integran las fuerzas, cuyas demandas de justicia siguen ultrajadas”.

Y nuestras fuentes denunciaban que muchos oficiales recurrían a un ejercicio abusivo de la reglamentación: “La disciplina, relación entre el derecho de mandar y el deber de obedecer, es la base del orden constructivo y da al Ejército la cohesión imprescindible para el cumplimiento orgánico de su misión. Tiene como piedras angulares la razón del fin y la rectitud del procedimiento”, define el artículo 4° del REGLAMENTO GENERAL DEL SERVICIO N.º 21 DEL EJÉRCITO NACIONAL. En su artículo 7° agrega: “Será firme y enérgica sin dejar de ser por ello paternal y digna. Será edificada con la persuasión y el ejemplo personal. El correctivo es el medio coercitivo con que se encuadra lo que el criterio señala como punible. El militar tratará a su subordinado con toda dignidad, dispensándole la consideración que espera para sí. Su influencia disciplinaria será tanto más categórica cuanto mayor sea su ascendiente moral sobre el subalterno, en razón de la confianza que inspiran su carácter, su competencia y honestidad”.

“El jardín de los cerezos”

En 1904 se crea el Servicio de Intendencia del Ejército (SIE), el cual tiene por misión la obtención, almacenamiento, distribución y evacuación de víveres, combustibles, lubricantes, vestuarios, equipos y materiales, así como el mantenimiento de artículos de intendencia.

Ubicado en Camino Casavalle esquina Baltimore, es una extensa infraestructura que comparte el predio militar con las instalaciones de la Reserva General del Ejército, el Servicio de Material y Armamento y otras unidades militares. El SIE también cuenta con su propia comisión de género a cargo de la comandante P.C., y es el actual director de la unidad el coronel J.V.

Varias funcionarias denuncian que desde por lo menos el 2012 más de 30 casos de acoso sexual se venían llevando adelante y que al menos se efectuaron 30 informes que hoy no figuran en la Comisión de Género de la unidad, y que, hasta que fue traslado, tenía como uno de los principales protagonistas al sargento primero F.G.

Entre las situaciones de violencia simbólica está la de obtener, por ejemplo, información de las planillas de las futuras víctimas, como el número de celular, la dirección del domicilio particular, teléfonos de familiares, etc. Los casos de acoso sexual (manoseos de partes íntimas de las acosadas, aunque en estos casos sin penetración u otras prácticas sexuales) se llevaron adelante contra varias funcionarias con el mismo modus operandi: recibir la orden de un superior para trasladarse a una zona sin testigos donde llevar adelante la ultrajación, o sorprendidas en sus tareas en general mientras las realizan a solas, en la cocina, en una oficina o en un galpón.

El acoso representa un abuso difícil de superar por varias circunstancias: la sensación de inferioridad que genera ser abusada por un grado militar superior, el “descreimiento” en principio de las autoridades de la denuncia y el hecho de que el acosador esté armado. En el complejo mundo de los vínculos laborales y personales (sobre todo si están condicionados por un sistema jerárquico) siempre hay un margen para la supuesta “confusión” del ofensor; la situación se complica cuando, en muchos de estos casos, los responsables de brindar garantías tratando de “imponer la calma” en la unidad ofrecen resolver el acoso como un problema de malentendidos y, como en la escuela, dar y recibir las disculpas del caso por la “confusión”.

Desde el 2014 hasta principios de año, así se han resuelto algunas situaciones en el SIE, denuncian los informantes.

Carrera de obstáculos

El primer problema que enfrentan las denuncias a llevar adelante es recibir la autorización para poder realizarse. La denuncia toma (en algunos casos) la forma de un informe que por conocimiento del lenguaje interno militar elabora el oficial mayor y no la denunciante (en el caso del SIE, varias denuncias fueron redactadas por el primero P.M.), lo que no siempre se ajusta fidedignamente a lo relatado, no por no poner la verdad sino por los atenuantes o falta de detalles necesarios para que conste el acoso o abuso. Luego vendrá la ejecución de protocolos, el informe forense, el informe psicológico, el estudio del derecho y del revés de la estabilidad emocional previa de la denunciante y, con suerte, las medidas restrictivas de acercamiento o aislamiento dentro de la unidad, lo que puede llevar un largo tiempo de “convivencia” laboral entre el ofensor y la ofendida.

En una unidad como el SIE, donde hay cerca de 200 funcionarios, no toda situación cuenta con impunidad; sobre todo porque el acoso no se produce como “un asalto” en un momento decisivo, sino que es fruto de un proceso de acoso que va de menor a mayor, que va probando debilitar las resistencias de la ofendida, y eso a veces genera testigos, sobre todo cuando quien finalmente resulta acosada va comentando la situación.

Pero al principio y al fin, estar en el SIE es la única posibilidad laboral para mucha gente; hay acosadas que reconocen haber sido víctimas del mismo personaje pero, en la medida en que no se tomaron acciones y dejaron de ser objetivo del acosador, en lugar de actuar por empatía con la futura “presa”, se resguardan en el silencio y como mucho advierten más que discretamente. Quienes se animan a atestiguar subvierten la calma a la que aspiran las autoridades de la Unidad y empieza un paulatino proceso de desgaste que los obliga a desertar (así sucedió con dos funcionarios del SIE).

Ante la desidia de las autoridades, las denunciantes tienen como única vía saltearse la estricta cadena de mando y denunciar directamente en la Comisión de Género del Ministerio de Defensa, lo que provoca un posible arresto a rigor en su unidad de origen por no seguir la vía. Por los números brindados oficialmente por el Ministerio de Defensa, no es de extrañar que muchas denuncias del SIE fueran archivadas (la solicitud de retiro voluntario allana el camino de la Comisión de Género y el MDN) y hace falta coraje y decisión para hacer lo que el Ministerio no hace por iniciativa propia: denunciar en la seccional policial de género y/o en la Fiscalía.

Paulatinamente, aunque siga el desangrado de funcionarias, fundamentalmente del Ejército y de la Armada, son más las que se animan a denunciar y a hacer visibles las situaciones sufridas.

Temas

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO