Durante la jornada se desarrollaron dos paneles. El primero abordó el tema “Diagnóstico y lineamientos sobre la industria nacional”, mientras que el segundo se centró en “Productividad, capacitación y empleo de calidad”.
Abdala, quien dio inicio a la actividad, expresó que las presentaciones de ideas de Saberes en Acción serán “insumos muy importantes para la elaboración del movimiento sindical, su capacidad de propuestas y su contribución a las transformaciones necesarias”. Se refirió a dos grandes visiones que impactan en la productividad. Una de ellas está relacionada con la oferta y la demanda de bienes y servicios, y cómo Uruguay posee una matriz productiva que “no logra sostener la buena vida de una población tan pequeña, que no supera los 3.5 millones de habitantes”. Añadió que existen dos enfoques teóricos que evidencian la necesidad de un cambio sustancial. En primer lugar, explicó que “la fórmula general del capital es sencilla, ya que el capital es una relación social, un proceso en movimiento en el cual se invierte dinero que se transforma en materias primas y, a través de determinados procesos productivos, genera un retorno mayor al monto originalmente invertido”. Agregó que, en este proceso, “se invierte más en maquinaria y equipos que en el pago de la fuerza de trabajo”. Como consecuencia, esto tiende a “elevar la capacidad productiva en aquellas empresas, sectores, regiones y países que lideran los cambios en la composición orgánica del capital”. A su vez, “estos actores logran captar y recibir transferencias de valor desde otras regiones que no consiguen mantenerse a la vanguardia de la transformación tecnológica”.
Por otro lado, el presidente del Pit-Cnt afirmó que en Uruguay existe un “exceso de desindustrialización” y que es “esperable, a través de políticas públicas y la acción de los actores, elevar la participación de la industria manufacturera en el producto bruto nacional”.
También se refirió a la propuesta presentada por el Pit-Cnt al presidente electo, Yamandú Orsi, para constituir un ámbito tripartito con la participación del sector empleador, el movimiento sindical y el Estado —a través de los ministerios involucrados— con el objetivo de alcanzar acuerdos que orienten una “Estrategia de Desarrollo Económico”.
En esta estrategia, planteó la necesidad de: “Mejorar la capacidad de planificación estratégica del Estado; promover el desarrollo de proveedores nacionales, tanto a través de las compras públicas como mediante la atracción de inversión extranjera directa que fomente la industria local; potenciar el papel de las empresas públicas como motores del desarrollo; analizar la posibilidad de establecer unidades productivas estatales que se integren a distintas cadenas productivas y generen empleo de calidad; evaluar cómo insertarse en los eslabones de las cadenas productivas de Brasil y diseñar estrategias que permitan aumentar el desarrollo industrial y la participación del Estado y otros actores productivos en la economía”.
A su turno, el economista Rodrigo Alonso, integrante del equipo del proyecto Saberes en Acción, comenzó su exposición haciendo referencia a la “variación real anual del Producto Bruto Interno (PBI) desde 1944 hasta 2023”. Señaló que, en dicho período, se identificaron “cuatro ciclos alternados de expansión sostenida”, correspondientes a distintas etapas del país: la Suiza de América, la dictadura, los años 90 y el progresismo. En cada una de esas épocas, el crecimiento anual fue del 5 % en términos reales. Sin embargo, explicó que cada uno de estos ciclos de expansión fue seguido por una fase de contracción. Esto responde a una dinámica en la que, tras un período de crecimiento, sobreviene uno de estancamiento. “En el caso de Uruguay, las fases de contracción identificadas en el período analizado fueron: la década del 60, la crisis de La Tablita en 1982, la crisis de 2002 y, en la actualidad, un estancamiento con un crecimiento anual del 1 %”.
En tal sentido, Alonso advirtió que Uruguay enfrenta el riesgo histórico de una “puja distributiva por los intereses inmediatos de las partes (empresarios y trabajadores)”, como consecuencia de una economía estancada.
Explicó que esta situación responde a la característica estructural de Uruguay como una economía primario-exportadora. Señaló que el crecimiento está impulsado por el “boom exportador”, lo que mejora los precios y genera una inyección de divisas. Sin embargo, esto provoca un “atraso cambiario”, es decir, una aparente ventaja en el comercio exterior que, en realidad, no se sostiene. En este contexto, “el crecimiento económico no implica necesariamente el desarrollo de capacidades productivas, sino más bien el usufructo de un flujo excepcional de riqueza, distribuido a través de la sobrevaluación cambiaria”.
“El problema de Uruguay no es crecer, sino cómo crecer”, afirmó Alonso. En este sentido, explicó que la Estrategia Nacional de Desarrollo busca dar respuesta a un “déjà vu” en el que el tiempo parece circular y todo ya ha ocurrido antes, atrapando a la sociedad en una trampa estructural. Aclaró que no se trata de una proclama ni de un maximalismo programático, sino de una “respuesta coordinada basada en un diagnóstico preciso”. Subrayó que, si no se articula una estrategia conjunta a mediano y largo plazo, “no habrá soluciones, ya que ni el piloto automático del mercado ni el crecimiento sin planificación permitirán salir de esta situación”.
Alonso destacó que la Estrategia Nacional de Desarrollo se compone de múltiples elementos, entre ellos: “Desarrollo territorial, un plan de ciencia y tecnología, una macroeconomía orientada al desarrollo, competitividad cambiaria, inserción internacional y una política industrial”.
Remarcó que la política industrial es clave para “promover procesos productivos más complejos orientados al mercado mundial, mejorar la capacitación de los trabajadores, canalizar el ahorro nacional, aumentar la formación bruta de capital fijo y fomentar la investigación y el desarrollo”.
Advirtió que, “si el país no logra competitividad genuina, corre el riesgo de insertarse en el mercado internacional a través de una competitividad espuria, lo que podría derivar en la precarización del trabajo o en un aumento del excedente de la fuerza laboral”.
Finalmente planteó que la agenda inmediata debería comprender: “Un espacio de diálogo superior para la Estrategia Nacional de Desarrollo, una política industrial por sectores (Consejos Sectoriales), evaluar la creación de un Instituto de Investigación y Promoción de la Industria Uruguaya (tripartito) y una propuesta en conjunto con la Confederación de Sindicatos Industriales y una mesa para la cooperación regional Uruguay–Brasil”.
Complementación
Por su parte, Álvaro Padrón, asesor del nuevo Gobierno en integración regional, reafirmó el compromiso político del mismo con los planteos del Instituto Cuesta-Duarte y el Pit-Cnt. Además, se refirió al tipo de sindicalismo que se necesita y a la importancia de impulsar una política internacional.
El experto destacó que “el movimiento sindical debe demostrar su capacidad de interactuar con la sociedad” y subrayó que detrás de una determinada forma de hacer sindicalismo existe una “cultura sindical que debe ser reivindicada”. En este sentido, advirtió sobre la “ofensiva que busca instalar la idea de que el movimiento sindical es un problema, cuando en realidad es una pieza clave en las soluciones y en la profundización democrática de Uruguay”.
“Estamos en un momento bisagra para no repetir la trampa histórica en la que ha caído Uruguay. Lo peor que nos puede pasar hoy es ser aldeanos, querer encerrarnos y creer que podemos salvarnos solos. Lo que está ocurriendo en el mundo es demasiado grande como para no tratar de comprenderlo y, en consecuencia, interpretarlo para tomar decisiones adecuadas”, expresó.
Padrón enfatizó que “el sistema atraviesa una crisis profunda” y que, por ello, “es imprescindible fortalecer el pensamiento estratégico”. Además, alertó sobre una “ofensiva a escala global que busca debilitar el peso, el respeto y el valor de las organizaciones sindicales”. Dijo que "no podemos distraernos, porque esta ofensiva tiene mucho que ver con la defensa de la democracia”, advirtió el asesor de Orsi en integración regional. “Pocas veces he visto, desde la reapertura democrática, tantos riesgos no sólo para la democracia en general, sino también para su calidad y profundización”, remarcó. En ese marco, planteó que “los principales problemas de esta época tienen un carácter global y, por tanto, sólo podrán resolverse si se abordan en esa misma escala”.
“Hace 30 años, cuando discutíamos sobre el Mercosur, nos costaba mucho priorizar estos temas, porque la política internacional de los sindicatos era casi una agencia de viajes. Sin embargo, hoy la política internacional es clave para una política industrial renovadora”.
Padrón agregó que la crisis ambiental no podrá resolverse país por país, ya que “la naturaleza pasa por encima de las fronteras ridículas que creamos los humanos”, por lo que el desafío de sostener el planeta debe ser abordado de manera conjunta. De igual forma, recordó que la pandemia demostró que la salud es un problema global y no exclusivo de cada país.
En ese contexto, preguntó: “¿Alguien cree que la desigualdad la vamos a resolver país por país? Cuando los milmillonarios lo son porque actúan como transnacionales y cada vez les va mejor, ya que han entendido esa lógica y la han conectado con la tecnología”. También enfatizó que el empleo depende, en gran medida, de “decisiones tomadas en otras partes del mundo, donde están las matrices de las empresas transnacionales”. Por ello, destacó la importancia de articular respuestas conjuntas con trabajadores de otros países, ya que, de lo contrario, “ganará el dumping, ganará la lógica de la competencia entre trabajadores, como ya está ocurriendo en la región con Paraguay”.
Asimismo, sostuvo que la seguridad ciudadana siempre se ha entendido como una política nacional, pero el crimen es transnacional. “El problema es que la democracia, las políticas públicas, los votos y los partidos siguen siendo de carácter nacional, y no hemos logrado construir instancias a escala, al menos regional, para poder dar respuesta a estos problemas”, advirtió.
Señaló que el perfil productivo de Uruguay es un problema que afecta a toda la región y no sólo al país, por lo que “no podemos pretender ser una isla en una región que enfrenta el mismo problema estructural”. En ese sentido, propuso repensar el concepto de soberanía: “Nos cuesta mucho sentarnos a conversar con brasileños, argentinos o paraguayos y, en lugar de pensar sólo en el interés nacional, considerar un interés común”.
Padrón planteó la idea de una “soberanía compartida” como una forma de recuperar soberanía ya perdida. “Necesitamos tener escala para aumentar nuestra capacidad de influencia en un mundo en transformación”, sostuvo. También destacó la necesidad de “reformular los procesos de producción y analizar las cadenas de suministro”, afirmando que la clave está en construir una región fuerte y con escala para poder influir y opinar en el escenario global.
“El desarrollo de la matriz productiva y la necesidad de un enfoque distinto del desarrollo son cuestiones regionales o no lo son. Esta región debe demostrarle al mundo que, en lugar de competir, podemos complementarnos”.
Desarrollo económico, social y ambiental
Por su parte, Fernanda Cardona, quien asumirá como ministra de Industria, Energía y Minería a partir del 1º de marzo, señaló que Uruguay enfrenta “problemas estructurales y la falta de políticas industriales sostenidas en el tiempo”. No obstante, destacó que el país cuenta con una base distinta a la de otros países de la región y el mundo en áreas como energía, telecomunicaciones, conocimiento y descentralización educativa. “Tenemos la oportunidad de retomar esa línea base que se dejó atrás. Algunos inversionistas y modelos de negocio han llegado a Uruguay, como es el caso del hidrógeno verde y es nuestra responsabilidad brindar información a todos los trabajadores y a la ciudadanía en general”, afirmó.
Rechazó la visión neoliberal que considera al Estado como un “gran Leviatán” y sostuvo que las grandes innovaciones han sido impulsadas por la inversión pública. “No sólo en China, sino también en Estados Unidos, donde internet fue financiado con recursos públicos. Lo mismo ocurrió con los principales avances en salud”, explicó. En ese marco, enfatizó la importancia de rediscutir el rol del Estado, que debe actuar como inversor y co-inversor. “Eso no significa que no haya asociaciones público-privadas, pero lo fundamental es que el Estado dirija, actúe y trabaje junto al sector privado, definiendo hacia dónde queremos ir. No podemos creer que el mercado, por sí solo, resolverá todo”, advirtió.
Lamentó que actualmente sólo se destine un 0,2 % del presupuesto nacional a estas áreas y planteó la necesidad de generar sinergias con las empresas públicas para lograr transformaciones en el territorio. “También debemos fortalecer las empresas públicas, porque son parte de la industria nacional”, subrayó.
“El desarrollo que queremos debe ser económico, pero también social y ambiental. Ese equilibrio debe ser una de las grandes prioridades de la política pública. No podemos pensar en modelos de negocio ni en proyectos nacionales sin considerar esos tres elementos”, agregó Cardona.
Asimismo, resaltó que el Estado debe asumir riesgos y destacó que el próximo gobierno creará, a nivel de Presidencia, una secretaría de ciencia, tecnología e innovación. “Estoy de acuerdo con esa iniciativa, pero también es fundamental que su impacto llegue a cada empresa pública”, indicó.
Señaló que Uruguay no puede seguir permitiendo que algunos proyectos socialicen las pérdidas, pero no las ganancias. “En el desarrollo del ‘triple play’, el Estado puede invertir en conjunto con el sector privado y, al mismo tiempo, pensar en cómo distribuir las ganancias, y no sólo los riesgos”, sostuvo.
Por último, hizo hincapié en la formación de los trabajadores, tanto de aquellos que quedan sin empleo como de quienes ya están insertos en el mercado laboral, para agregar valor y calidad a sus puestos. Además, subrayó la importancia de la descentralización para articular políticas de industria, empleo y formación en los lugares donde vive la población. Coincidió con que Brasil es para Uruguay un país estratégico por lo que se deben aprovechar las sinergias políticas.
En horas de la tarde, se desarrolló la segunda mesa del encuentro denominada "Productividad, capacitación y empleo de calidad", que contó con la participación del director del Instituto Cuesta-Duarte, Milton Castellano; el ministro designado de Trabajo, Juan Castillo; el secretario de Capacitación y Formación de la CSI y presidente de la Mesa del Pan, Luis Echeverría; el saliente representante de los trabajadores en el INEFOP, Julio Perdigón, y la magíster en Sociología, Mariana Mendy.
Saberes en Acción
Saberes en Acción es un proyecto del Instituto Cuesta-Duarte, cofinanciado por el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (INEFOP). Desde 2023 brinda formación a trabajadores y trabajadoras de la industria sobre productividad y trabajo de calidad. Además, investiga diversos aspectos de los sectores industriales y, en conjunto con la Confederación de Sindicatos Industriales (CSI), impulsa un debate orientado a sentar las bases de una nueva política industrial en el país.
Entre sus principales acciones se destacan:
• Capacitación de más de 1.200 trabajadores y trabajadoras de la industria en productividad, organización del trabajo y estrategias competitivas.
• Elaboración de informes de caracterización de 11 sectores industriales y realización de instancias de formación sobre cada sector.
• Promoción y firma de un convenio de cooperación mutua y desarrollo productivo entre el Pit-Cnt e Industrial Brasil, en el marco del fortalecimiento de los vínculos programáticos con el Sindicato de los Metalúrgicos del ABC de San Pablo, Brasil.
• Realización de un estudio sobre la reducción de la jornada laboral, que incluye relevamiento de antecedentes, diagnóstico y lineamientos.
• Elaboración, junto a la CSI, del documento “Bases para una política industrial 2025-2030”.
• Diagnóstico sobre las necesidades de capacitación en la industria según las características de cada sector.
• Apoyo al desarrollo programático y formativo de la Confederación de Sindicatos Industriales.
• Generación de insumos para el debate sobre la Estrategia Nacional de Desarrollo en el Pit-Cnt.
• Creación de un paquete de indicadores sobre el comportamiento de la industria uruguaya.
• Formulación de una propuesta para la conformación de consejos sectoriales orientados a la promoción industrial y el desarrollo productivo.