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Política Proyecto Neptuno | Korzeniak | Orsi

Incierto impacto ambiental e inconstitucional

Korzeniak: Proyecto Neptuno desplaza al Estado a manos de un consorcio privado

La discusión sobre el contrato que pretende firmar el Gobierno de Lacalle Pou con el consorcio Aguas de Montevideo por el Proyecto Neptuno podría incluir cambios a los que aspira el Gobierno electo de Yamandú Orsi.

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Las modificaciones al Proyecto Neptuno apuntan a subsanar el problema ambiental y el problema constitucional como el lugar de instalación de la planta potabilizadora y que la toma de captación de agua bruta sea a cargo de OSE. El constitucionalista José Korzeniak dijo a Caras y Caretas que hay un desplazamiento de las actividades que deben ser necesariamente estatales, a manos de un consorcio privado.

La información sobre el nivel de cianobacterias y salinidad en la zona de Arazatí, San José, centró la atención esta semana luego de que el Ministerio de Ambiente diera el visto bueno al Proyecto Neptuno para que el consorcio privado, Aguas de Montevideo, se haga cargo de la instalación de la planta potabilizadora de agua que se planifica se instale en esa zona del Río de la Plata. El presidente electo Yamandú Orsi señaló que ha encontrado “informes contradictorios” sobre el proyecto y que es fundamental tener una evaluación técnica adecuada. Orsi entendió que existe necesidad de una alternativa al sistema Santa Lucía y subrayó que las decisiones deben ser sustentadas por datos confiables para asegurar una correcta asignación de recursos.

Además del medioambiental, el quid de la discusión se encuentra en la reforma de la Constitución aprobada en el año 2004. El Ministerio de Ambiente indica que todas las actividades encomendadas al consorcio privado constituyen actividades de obra pública y por eso rechaza el punto cuestionado por las organizaciones ambientalistas de que se trataría de una mercantilización del agua potable, porque indica que es un contrato de obra pública. En las instancias judiciales mantenidas hasta ahora, las organizaciones ambientalistas respondieron en la Justicia que lo sostenido por el Ministerio de Ambiente no coincide en ningún aspecto con la función del consorcio privado dentro del Proyecto Neptuno-Arazatí: “Se le confía la operación de la toma de captación de agua bruta, el reservorio de agua y el mantenimiento de todo el proceso a empresas privadas, aspecto no controvertido por la propia OSE”. El artículo 47 de la Constitución que consagró la Reforma del Agua lo único que admite son los contratos de obra pública en los que se encargue a empresas constructoras la realización y construcción de las obras y, una vez finalizadas, sean entregadas a la Administración para que las explote y preste directamente el servicio.

Caras y Caretas consultó al constitucionalista José Korzeniak, quien consideró que “el proyecto conocido como ‘Neptuno-Arazatí’ es violatorio del artículo 47 de la Constitución

en cuanto dispone que los usuarios y la sociedad civil participarán en todas las instancias de planificación, gestión y control de recursos hídricos y el decurso del expediente judicial en trámite. Con las discrepancias notorias, demuestran que estos requisitos no se han cumplido de manera aceptable”.

Korzeniak agregó que el “abastecimiento de agua” potable “para el consumo humano” no puede interpretarse como el mero acto de conexión por OSE al usuario, sino que significa todo un proceso de potabilización que asegure que ese consumo es un derecho humano “saludable”. Esta afirmación resulta ineludible si se lee con razonabilidad interpretativa todo el texto del artículo 47 de la Carta dedicado a los recursos hídricos.

Definitivamente, dijo Korzeniak, “el proyecto ‘Neptuno-Arazatí’ implica un desplazamiento de actividades que deben ser necesariamente estatales, a manos de un consorcio privado”.

La toma de agua y el lugar a negociar

Según conoció Caras y Caretas, se negocia que OSE se haga cargo también de la etapa inicial del proceso que es la toma de captación de agua bruta, tanto del Río de la Plata como del pólder, que será la reserva de agua dulce útil para los meses en que la salinidad de la zona no permita la potabilización. Esa etapa inicial de la toma de captación de agua bruta, según fuentes consultadas, “es fundamental porque de ella depende que se cumpla el artículo 47 de la Constitución que establece que el servicio público de abastecimiento de agua para el consumo humano será prestado exclusiva y directamente por personas jurídicas estatales”.

Otro punto de la negociación es el lugar donde se instale la planta potabilizadora. El consorcio privado la proyecta en Arazatí pero las negociaciones a esta hora también giran alrededor de la posibilidad del cambio de lugar. Se plantea que la planta potabilizadora se ubique más hacia el oeste del país para evitar la salinidad, la construcción del pólder y el nivel de cianobacterias. Según pudo conocer Caras y Caretas, tanto las empresas que conforman el consorcio privado, Aguas de Montevideo, como el Gobierno de Lacalle Pou insisten en que el lugar sea Arazatí.

El detalle del abastecimiento

El punto está en la gestión de la toma de captación de agua bruta, la estación de bombeo de agua bruta, la reserva de agua bruta y obras conexas, las tuberías de aducción de agua bruta y del transporte y disposición final de lodos de potabilización que serán por cuenta del contratista. Las organizaciones ambientalistas representadas por Juan Ceretta indican que hay bases para suponer que puede estarse ante un proceso de privatización parcial del suministro público de agua potable. Según el contrato, OSE sólo podrá operar la planta a partir de que el contratista ponga a disposición la cantidad de agua bruta necesaria para esa producción y la infraestructura y demás componentes del proyecto.

Korzeniak coincidió en la posición del profesor grado cuatro de Derecho Administrativo, Álvaro Richino, quien sostuvo que “cuando hablamos del servicio público de abastecimiento de agua potable se hace referencia a toda la cadena del servicio, que incluye todas las fases o etapas desde la toma de agua, la potabilización, el transporte, hasta las etapas de distribución y comercialización”. La obra Plan Arazatí tiene un costo total para OSE de U$S 890 millones a pagar en 20 años, esto es, según se informó públicamente: 300 millones de dólares más que si el mismo proyecto fuera gestionado por OSE y construido por el mismo consorcio privado.

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