Al cierre de esta edición, superan las 40 las encuestas realizadas en el último año en las que se ha consultado sobre una segunda vuelta de la elección entre Yamandú Orsi y Álvaro Delgado.
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Todas dan ganador a Yamandú Orsi, desde las realizadas antes de las elecciones internas, cuando no se sabía ni si serían candidatos; las realizadas después de la interna pero antes de octubre, cuando no se sabía si pasarían a la segunda vuelta; las realizadas después de la elección de octubre, cuando ya se conocía la composición del Parlamento y las dos fórmulas que competirían en el balotaje, pero todavía no se había realizado el debate y las realizadas después del debate, en la última semana, por lo menos hasta el día miércoles, restando sólo conocer las que se difundan hoy, último día antes de la veda electoral que prohíbe la difusión de nuevos sondeos.
¿Orsi o Delgado?
Las previsiones de las encuestas se corroboraron razonablemente en la primera vuelta, con el Frente Amplio ganando de manera holgada y obteniendo mayoría absoluta en la Cámara de Senadores, consolidando un escenario de gobernabilidad aunque nadie obtuviera mayoría propia en la Cámara de Representantes, ni el Frente Amplio ni los partidos que, por ahora, integran la coalición, tomados en conjunto.
En las últimas y únicas cuatro instancias en las que en Uruguay hubo segunda vuelta, los protagonistas fueron los mismos: el Frente Amplio, por un lado, y una alianza electoral para la segunda vuelta de los partidos de derecha tradicionales, blancos y colorados, más algunas formaciones, desprendimientos y espacios coyunturales. En las cuatro instancias hubo resultados distintos: en dos ganó el Frente Amplio y en los otros dos casos el combo tradicional. Pero las cuatro comparten dos características fuertes que parecen invariables: en primer término, la gobernabilidad parlamentaria —relativa— obtenida en octubre por los elencos influye en los electores para el balotaje y, en segundo lugar, el Frente Amplio siempre aumenta su votación en noviembre, mientras que el candidato coalicionista nunca logra retener la suma de los votos obtenidos en la primera vuelta por los partidos que lo acompañan.
Esto último se inscribe en una lógica que no puede ser rebatida por ningún hallazgo retórico: en realidad, tanto el candidato de la derecha como el del Frente Amplio crecen en noviembre, como es esperable en cualquier balotaje, pero mientras el Frente Amplio cuenta su piso en los votos que obtiene directamente en la primera vuelta, los candidatos llamados coalicionistas suelen fijar su piso en una votación que nunca obtuvieron directamente, toda vez que los electores teóricamente propios votaron en rigor a tres, cuatro o hasta cinco partidos políticos distintos, con distintas candidaturas a presidente en la primera vuelta electoral.
Pronunciamientos previo a la elección
En las cuatro semanas transcurridas entre la primera vuelta y la segunda, por primera vez en años sólo ha habido pronunciamientos de dirigentes y figuras de la coalición apoyando al candidato de la izquierda y no ha habido ningún pronunciamiento de figuras históricamente ligadas a la izquierda que apoyen a Delgado. Es más, algunas figuras públicas del Frente que no acompañaron al FA en la primera o segunda vuelta electoral del 2019, como Esteban Valenti o Richard Read, han retornado a la izquierda de forma entusiasta y haciendo pronunciamientos públicos. Se pueden mencionar los casos notables de la exprecandidata Zaida González, del Partido Colorado, el Dr. Victor Björgan, representante del Partido Nacional en la mesa interpartidaria sobre seguridad pública; la exvicecanciller Carolina Ache, que no anunció su voto a Orsi pero sí que no votará a Delgado porque ella, que estuvo en el piso 11, sabe lo que sucedió cuando la mandaron a destruir las pruebas de sus intercambios de chat sobre el caso Marset; agrupaciones enteras de Cabildo Abierto; agrupaciones de blancos de diversos departamentos; dirigentes medios como Maute Saravia, entre otros militantes y dirigentes más o menos conocidos, más o menos referentes, pero todos en sintonía con un cierto clima de desbande que es innegable aunque las encuestas muestren que el partido no está del todo liquidado.
El debate del domingo pasado parecía el único hito en el que Álvaro Delgado cifraba esperanzas para poder revertir una tendencia que no lo favorece, un cierto clima, un convencimiento nacional de que el próximo presidente será Yamandú Orsi, como cree mucho más del 50 % de la población con independencia de su voto. Sin embargo, tanto las analíticas de redes sociales como los sondeos que se han hecho seriamente sobre el debate muestran a Yamandú Orsi saliendo mejor parado, ganando o, por lo menos, no perdiendo, y mucho menos claramente, único resultado que podía alentar expectativas del candidato del oficialismo. Tal vez lo subestimaron a Orsi y ese es un error que se paga caro en política. Pero si estás durante meses caricaturizando a tu adversario, el día que te das cuenta de que es un hueso duro de roer, te rompés los dientes.