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Política corrupto |

CORRUPCIÓN Y POLÍTICA

Tienen razón, pero poca, y la poca que tienen no vale nada

Si los hombres honestos de todos los partidos, que los hay y muchos, no se unen, los corruptos, que son poderosos y con recursos, serán elegidos una y otra vez.

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La corrupción como problema estructural preocupa a muy poca gente. Pero en campaña electoral pasa a ser prioridad. Ocurre que el debate se vuelve cínico porque los corruptos “siempre son los tuyos, nunca los míos”. Solo así se comprende que para algunos dirigentes blancos Charles Carrera sea “un despreciable corrupto” y luego corran a abrazarse con Enrique Antía.

***

En la cabeza de muchos reina la lógica de guerra: al enemigo se le destruye. Y en esa lógica, como todos sabemos, cualquier metodología sirve. Hasta reclutar delincuentes con tal de que combatan de su lado. Lo vivimos en dictadura, aunque ahora, con horror, la mayoría de la sociedad descubre cómo a los enemigos los mataban y luego desaparecían sus cadáveres enterrándolos en predios militares bajo cal y hormigón.

Claro que muchos de los que cada año participan de las recordaciones del Holocausto nazi, y está bien, porque jamás se debe olvidar, eran los que no hace mucho negaban la existencia de desaparecidos uruguayos o decían que no eran “más que 6”. Son los mismos que hacen campaña contra la dictadura venezolana, pero ni una palabra han dicho sobre el genocidio en Gaza. Cinismo puro y duro, pero a la vez el peor mensaje para la sociedad.

Los mensajes y falsedades que circulan por las redes muestran lo peor de nosotros. Ahora se iniciará, oficialmente, la campaña publicitaria para las elecciones de octubre y será espantosa.

Hace unos 30 años, en la apertura de la Campana de Oro, el festival publicitario que congrega a las agencias año a año, vimos lo que un creativo afirmó “era lo que se venía”. Entonces la pantalla mostró un spot donde una importante fabricante de automóviles alemana denigraba a otro fabricante francés. Y enseguida exhibieron otro donde un fabricante de bebidas cola hacía lo mismo con la competencia.

Hasta entonces, lo que sabíamos sobre publicidad establecía que jamás se debía mencionar a la competencia. Pero esa lógica publicitaria, diseñada por los “gurúes” extranjeros que cada vez intervienen más en asuntos nuestros, es la que terminó de imponerse no sólo en la publicidad, sino también en los discursos.

Dirigentes a los que no se le conoce ni un aporte desde su cargo dedican todo su tiempo a denigrar adversarios. Tal vez por eso casi ningún gobernante del Partido Nacional dijo nada, y ni lo recordaron más, sobre la imputación de Pablo Caram, que abusó de su cargo dilapidando 8 millones de dólares del erario público para mantener su poder en Artigas. Pero hace cuatro años que intentan demoler a Charles Carrera.

Se debe recordar que el pedido de desafuero solo se limitó al caso del hombre que quedó cuadrapléjico después de ser baleado por un policía en La Paloma. En principio, la Fiscalía no tomó en cuenta el uso personal del Hospital Policial. Tal vez porque ya tiene informes que revelan que todos usaron ese establecimiento. Incluso Luis Lacalle Herrera, siendo presidente, fue sometido a una cirugía en ese mismo lugar.

Carrera fue espiado con la complicidad de Astesiano –¿solo?–, pero eso no mereció ningún rechazo por parte de los que ahora lo acusan. Pero claro, la hinchada está exacerbada. Y el ahora exsenador emepepista es destrozado en las redes. Es la lógica de la guerra.

Carrera dijo que “es una venganza de Luis Alberto Heber por la denuncia contra la adjudicación del puerto de Montevideo”. Tiene su lógica, porque los militares retirados que espiaron a los senadores frenteamplistas dijeron “buscar información de sus vidas privadas para extorsionarlos a los efectos de que retiraran la denuncia judicial” y para eso recurrieron a la estructura del Estado. Lo mismo hizo el senador Gustavo Penadés cuando armó la “trama” con el alto oficial policial, Carlos Tarocco.

Esa misma hinchada nada dice de la adjudicación ilegal de una casa a una militante y candidata del sector de Enrique Antía. Ni que el mismo intendente le haya otorgado además un cargo público, cuando esa señora no lo necesitaba porque tiene una pequeña empresa. Ni sobre el intendente de Tacuarembó, Wilson Ezquerra, que usó su cargo en beneficio propio. Ni sobre el senador herrerista Rodrigo Blás, que defraudó a la DGI en 2.500.000 de dólares, así lo estableció con claridad el fiscal Luis Pacheco, aunque no lo formalizó por un asunto burocrático interno de Fiscalía. Ni sobre la corrupción en Salto Grande. Ni sobre la destrucción de documentos públicos.

No vemos a nadie muy preocupado por el origen de las millonarias sumas que se gastan en las campañas electorales.

La lógica de la democracia es otra. En principio, preservarse. Por eso debería tener a todos unidos para enfrentar un asunto gravísimo que provoca descontentos y alienta enojos contra el sistema. La corrupción es un problema que daña la convivencia, genera injusticias, permite que el crimen organizado avance.

Si los hombres honestos de todos los partidos, que los hay y muchos, no se unen, los corruptos, que son poderosos y con recursos, serán elegidos una y otra vez. Por eso, los exacerbados tienen razón, pero poca, y la poca que tienen no vale nada.

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