Ella es la única mujer de 5 hermanos criados por una madre jefa de familia. Intentando buscar un mejor destino, vino a Punta del Este para hacer la temporada.
¿Qué pasó por su cabeza ese viernes casi de madrugada? El periodista y escritor Miguel Ángel Olivera dirigía el semanario La Otra Voz de Tacuarembó y, después de que cerró se fue a vivir a Tambores, justo frente a la casa materna de Milagros.
Olivera fue entrevistado por La Diaria porque nadie de la familia quiso hablar, pero lo autorizaron a dar su versión. “La madre de esta muchacha es una mujer de una fortaleza enorme que ha hecho grandes esfuerzos para criar a sus cinco hijos. Como la mayoría de las familias que dependen del trabajo rural y que son explotadas por los estancieros, han vivido en la pobreza, una pobreza digna e íntegra”, dijo el periodista. Agregó que “en Tambores los jóvenes salen a ganarse la vida como puedan. Sin políticas de empleo, sin psicólogos, sin asistentes sociales, sin nada. La desesperanza campea y esto se ha convertido en un pueblo de viejos”.
Milagros dijo a su familia “que no podía creer que la hubieran llevado detenida por unos dedos de mierda, que después se enteró de que era una obra de arte, pero no tenía idea. Para ella fue como hacer un grafiti en un muro cualquiera”.
Olivera coincide con que lo hecho estuvo mal, pero en el pueblo tienen otra visión. “Los vecinos dicen que parece un chiste, pero también lo ven como si Milagros le hubiera pegado un cachetazo a los pitucos del sur”. Opinó, además, que “el norte es otro mundo, discriminado y desconocido hasta por la izquierda. Acá en Tambores se matan por un sueldo de 15.000 pesos, la mayoría de la gente trabaja en negro y no hables mal de los estancieros o comerciantes, porque no vuelven a darte trabajo. Si hacés un juicio laboral tenés que irte del pueblo. De este contexto salió esa gurisa”, afirmó.
Aunque para muchos la visión de Olivera pueda parecer de otra época, el trato que le dieron a Milagros las autoridades de Maldonado revela que el desprecio a los pobres no conoce fronteras.
La mujer fue detenida por efectivos de la Prefectura Naval apenas terminó el grafiti, después de que fuera vista a través de las cámaras de seguridad. Después debió concurrir a un juzgado.
Adriana Graziuso, directora de Jurídica de la Intendencia, dijo que no fue solamente un daño material, ya que la acción “implica un trastorno para toda la comunidad, dado que La Mano es un monumento insignia del departamento que debe ser respetado, conservado y admirado”.
El intendente Enrique Antía dijo que la muchacha “era una naba” y que “la macana le saldría carísima”.
Otras vandalizaciones
En setiembre del 2016, el multimillonario mexicano Roque De La Fuente intentó montar una enorme puerta de hierro justo al ingreso de la península. Sin permisos municipales, pero con acceso a maquinaria de la Intendencia, levantó parte de la vereda y destruyó una base donde estaba colocada una placa homenaje a Antonio Carbonaro, un querido vecino puntaesteño y creador del popular chivito en el restaurante El Mejillón. Allí donde iría la puerta de De La Fuente.
Solo una enorme movilización de los residentes en el balneario logró detener las intenciones del millonario. Pero el daño ya estaba hecho. La vereda levantada, la base de la plaqueta destruida y ésta esperando otro lugar.
Nadie lo trató de “nabo”. La abogada Graziuso no lo mandó al juzgado, ni tampoco intervino la Policía, ni le cobraron los daños. Allí también había parte del patrimonio departamental, pero Antía y Graziuso lo trataron en forma distinta porque, a diferencia de Milagros, De La Fuente tiene muchas inversiones en Punta del Este y excelentes vínculos con las autoridades, que hasta le permitieron que acumulara durante años unos muñecos horribles de hierro y plástico frente al edificio El Torreón, justo al ingreso a la península.
Lo que hizo Milagros está mal. Pero históricamente Los Dedos han sido grafiteados por los turistas. Ya hemos perdido la cuenta sobre todas las veces que fueron reparados y ni siquiera se sabe con certeza cuánto han costado.
En el año 2015 dijeron que le habían aplicado pintura antigrafitis y entonces eran celestes. A su cargo en otro momento, una empresa los pintó y usó. Ahora están pintados color arena.
La Intendencia quiere escarmentar a futuros grafiteros, que es cierto, han dañado edificios públicos. Para eso eligen a una mujer pobre a la que encima pretenden cobrarle unos 170.000 pesos que, dicen, costará recuperar la escultura. Que seguramente es muchísimo más de lo que pueda ganar este verano y por lo tanto tampoco puede contratar a un abogado defensor.
Pero la ley no es pareja para todos.
Humo, mucho humo
La enorme difusión nacional que tuvo este grafiti, alentada por permanentes declaraciones del intendente y su directora de jurídica, pretendió esconder a todas luces una resolución de la Justicia que condenó a la Intendencia a pagar casi 1.400.000 dólares por una expropiación de tierras en la que se violó la Constitución.
La Intendencia había iniciado un trámite expropiatorio sobre un lote de unos 70.000 mts2 donde se ubica el asentamiento Los Eucaliptos, y presentó ante la Justicia una tasación por 524.000 dólares elaborada por el agrimensor Sergio Bonilla, que es a la vez funcionario municipal. El trámite fue aceptado por la jueza Gabriela Tuberosa, quien ordenó escriturar el bien a nombre de la peticionante.
Pero la empresa propietaria de la tierra apeló, argumentando que se había violado el artículo 18 de la Constitución. En la sentencia, publicada por el Diario Correo de Punta del Este, se establece que “el monto resultante de la sentencia le es agraviante, ya que no es una justa indemnización, no se valoró la totalidad de la prueba admitida y diligenciada; que se establece la justa indemnización en el monto ofrecido por la actora cuando el mismo no es siquiera el valor del mercado del inmueble”. Agrega que “de la tasación que realiza la propia autoridad expropiante resulta que el valor de la tasación que fija no se adecúa a la realidad, en tanto el propio técnico sostiene que, de proceder al fraccionamiento del inmueble, la propietaria podría haber obtenido 131 lotes de una superficie media de 300 metros y haberlos comercializado a un valor de U$S 30.000 cada uno, y obtenido un precio final de U$S 3.930.000”, indica el reclamo de la empresa.
Finalmente, un tribunal de apelaciones revirtió el fallo de primera instancia y condenó a la Intendencia de Maldonado a pagar 1.395.100 dólares, casi tres veces lo que había ofrecido al principio.
En setiembre del 2021 el Gobierno departamental había perdido otro juicio por casi 700.000 dólares, que durante años llevó adelante un propietario residente en el balneario Buenos Aires, a quien, sin ningún trámite expropiatorio, le construyeron una calle sobre uno de sus lotes durante el segundo gobierno de Domingo Burgueño.
Acusaciones cruzadas entre candidatos blancos
La semana que termina también estuvo signada por un fuerte enfrentamiento entre el actual diputado y candidato a la intendencia, Rodrigo Blás, y el intendente Antía, que salió en apoyo de su director de Tránsito, Juan Pígola.
Todo comenzó cuando Blás propuso cambios al sistema de radares para control de velocidad instalados por la Intendencia.
“Yo he reconocido el esfuerzo que ha hecho la Intendencia, a veces con acierto y a veces con error. Han hecho alguna rotonda que duró dos años porque estaba mal, pintaron una cebra que duró cinco días porque estaba mal, modificaron radares de lugares porque estaban mal, entonces no aceptar una visión diferente de alguien que pretende gobernar Maldonado, y que tiene como una de sus prioridades mejorar el tránsito y transporte del departamento, es una vieja política de cancelación desviando la atención de donde debe estar”, dijo Blás a una radio local.
“La vida humana no puede ser una estrategia de campaña”, contestó, a su vez, Pígola. “Lo que dice Blás es demagogia. Uno no puede hablar tan suelto de boca para ver si rescata algún voto”.
El jerarca sostuvo: “Cuando alguien sale a opinar de esa manera, es sin mucho fundamento… No hay nada que se haga respecto a fiscalización que no esté basado en un respaldo legal o por decreto o por reglamentos nacionales. No es decir ‘yo voy a hacer tal cosa’. Estamos autorizando a que la gente piense que lo que se está haciendo está mal”.
Blás volvió al ataque y dijo, a la misma emisora: “No le voy a contestar a Pígola porque es un amigo que acostumbra hacer declaraciones desacertadas para después pedir disculpas”.
Agregó: “Yo me podría ofender por las barrabasadas que dice pero no es así.
Las declaraciones de Pígola son ataques personales que buscan que mis ideas no se escuchen”.
Finalmente, intervino Antía, quien, consultado en rueda de prensa, dijo que las declaraciones de Blás “son demagógicas porque está en campaña. Él mismo pidió en el Senado que pusieran radares en todo el país…”, manifestó el jerarca.
***
Una herencia de la dictadura cuyo autor estuvo a punto de ser fusilado por Pinochet
Mario Irarrázabal Covarrubias es un escultor chileno que estuvo preso en el Estadio Nacional durante la dictadura de Augusto Pinochet. Premio nacional de arte en 1964 y profesor de escultura en la Universidad Católica, estudió Bellas Artes en Alemania, Estados Unidos e Italia. Es el autor de la escultura más visitada de Uruguay, “Los Dedos” de Punta del Este, el rostro de los portales de promoción turística y el lugar obligatorio para todo visitante de este balneario.
Irarrázabal nació en Santiago de Chile el 28 de noviembre de 1940 y en 1982 lo invitaron a representar a su país en el Simposio Internacional de Escultura Moderna al Aire Libre que se iba a efectuar en Punta del Este. Entonces había dictadura en Chile y en Uruguay, encabezada por Gregorio Álvarez, que había nombrado intendente de Maldonado al general Fernán Amado.
Mochila en mano, partió para la ciudad balnearia, donde se iba a encontrar con otros nueve participantes de igual número de países. El simposio incluía un concurso consistente en construir, cada participante, una escultura en una plazoleta ubicada al comienzo de Playa Brava, donde desemboca Avenida Italia (ex Salto Grande).
Irarrázabal inició la construcción, pero el espacio asignado era incómodo para el representante de Paraguay, famoso escultor y hombre revolucionario que había peleado en tres guerras civiles, quien elevó una protesta aludiendo que la obra de Irarrázabal tapaba la de él. El chileno le cedió su espacio al paraguayo. Dijo “me voy para la playa”, escogiendo para su escultura un lugar inhóspito sobre la arena, lejos del escenario de los demás y fuera del concurso, en la parada uno de la Playa Brava. La suya fue la única que sobrevivió a los tiempos.
Pasó varios días trabajando. Recibió la ayuda de unos niños argentinos que vacacionaban y que, por pura diversión, asumieron la obra con desbordante entusiasmo. El refuerzo de esos niños fue importante para el solitario escultor.
Así nació la famosa escultura de Punta del Este, en un concurso sin premio. Al autor sólo le pagaron la estadía. Son los cinco dedos de una mano que emerge del fondo de la arena a la orilla del mar. Muchos creen que el título de ese monumento es “el ahogado”, porque da esa impresión: alguien sacando fuerzas, en un último aliento de vida, levantando la mano desde el fondo de las aguas; solo se le ven los dedos, emergiendo así a la orilla del mar. Para el autor “es una representación del poder, de lo sobrehumano, de lo que existe más allá, si existiera algo más allá, de los poderes terrenales”.
En el año 2014, a Mario Irarrázabal lo invitaron nuevamente a Punta del Este. Esta vez fue para otorgarle el título de “ciudadano ilustre de la ciudad”.
En septiembre del 2019 llegó a manos del escultor un documento que lo sorprendió: se trataba de un desclasificado de la Agencia Central de Inteligencia norteamericana (CIA) de 2005, donde aparecen las razones de su detención durante la dictadura militar, en mayo de 1974.
El documento de dos páginas da cuenta de la fuerte tensión existente entre el Gobierno militar y la Iglesia durante los primeros años de dictadura y las supuestas actividades "subversivas" de algunos curas. Los dardos apuntaban, en especial, a la Congregación de Santa Cruz que administraba el colegio Saint George, según información que proporcionaba al organismo de inteligencia norteamericano el entonces ministro secretario general de gobierno, coronel Pedro Ewing. En el escrito, el militar relata con detalle el arresto de Mario Irarrázabal, quien en ese tiempo era diácono de la Congregación de Santa Cruz. Se puede leer que fue capturado y detenido por agentes de seguridad, acusado de integrar, junto a unos 250 sacerdotes del movimiento Cristianos por el Socialismo, la célula política o militar número 3 del MIR, cuyo objetivo era reclutar adeptos para iniciar en Chile la resistencia armada, de acuerdo a las comunicaciones e instrucciones oficiales que recibían desde Moscú.
El padre del escultor, el abogado Raúl Irarrázabal Lecaros, era entonces el embajador de la Junta Militar en Bonn. Esta circunstancia le salvó la vida al artista que sería fusilado el fin de semana siguiente a su detención, pero un general advirtió que era hijo de un diplomático.
FUENTES:
• Web Al Momento
• Diario La Tercera