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Sanguinetti | teatro | esperanza

Teatro

Santiago Sanguinetti: provocar la esperanza, un rito teatral

Sanguinetti fue entrevistado por Caras y Caretas, habló del arte, de los escenarios, de la vida y la esperanza: "el teatro es el arte político por excelencia".

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Santiago Sanguinetti es actor, dramaturgo, director y docente. Es para mí ese actor juguetón y riguroso que me sorprendió de niña de versos Lope de Vega, pero también es ese marxista irónico que le da sentido a sentimientos que tienen lugar cuando se contempla cualquier obra escrita por él, y en una risa transmutante algo de lo posible avanza en su límite y algo de eso genera un compromiso difícil de escapar.

Julieta: Cada obra que vos traés al Uruguay tienen mucho que ver con la temperatura política que se vive en su momento, quería jugar con eso contigo, preguntarte cómo estás viendo vos este momento, cómo es para vos crear desde esa línea de tiempo.

Santiago: Bueno, es interesante la pregunta inicialmente porque en mí se produjo una especie de cambio en los temas abordados en en mis obras desde las primeras en las que no mencionaba la palabra Uruguay, ni que hablar, no se mencionaba nada referente a al al contexto local cotidiano. Se fue produciendo de a poco con algunas obras un acercamiento paulatino hasta el comienzo de esa de esta escritura en la que en la que estoy trabajando hoy en día que empieza con argumento contra la existencia de vida inteligente en el en el cono sur. Allí ya se mencionaba, algunas personas que formaban parte de la cotidianidad de la vida intelectual uruguaya, por ejemplo, aparecía mencionado por allí Sandino Núñez. Y me pareció interesante ver las reacciones de la gente en ese momento. Apenas mencionamos a alguien que era inmediatamente reconocible por parte de los espectadores, se generaba en ellos una especie de, como me decía un amigo el otro día que usó esta expresión que me gusta mucho, cosquilla mental. Al punto que a veces esa misma cercanía hace que no se termine de identificarlo por lo menos se confundan los límites de lo que es ficción y lo que es realidad. Al punto que nosotros hablábamos desde un punto de vista global de forma muy elogiosa de Sandino Núñez y sin embargo había público que entendía que nosotros no estábamos haciendo esa operación, sino exactamente la contraria y manifestaban abiertamente su oposición a lo que estaba sucediendo en en escena. ¿Cómo van a hacer o decir esto con esta persona en particular. Eso nos pasó en alguna ocasión que la gente decía en voz alta esto manifestando su enojo con lo que estaba sucediendo en escena, sin lograr tener esa especie de visión global que claramente identificaba a Sandino Núñez como una mente privilegiada y a la que hay que tener en cuenta, no se lograba hacer ese salto. Esa especie de cosquilla mental que me gusta intentar provocar al menos es mucho más fácil de provocar, me he dado cuenta cuando las obras están ancladas en el día a día. Entonces yo como que naturalmente y por por la propia condición de que estamos hablando de lo que sucede en el día a día un diálogo con ese día a día. A mí obviamente eso me interesa porque yo no concibo el arte sin que venga acompañado de discusión política.

Creo que el teatro es el arte político por excelencia, esto lo dicen varios teóricos, Hannah Arendt lo dice de hecho, es el único arte que pone al ser humano a debatir con otro y eso es en esencia la base de la política.

Es también algo que enseño en clases de dramaturgia, son puntos de vista opuestos sin que termine triunfando ninguno. Pero el triunfo de un único punto de vistaes lo que nos acerca cada vez más al fascismo y el teatro tiene la virtud de argumentar o intentar por lo menos argumentar puntos de vista contrapuestos. Esa posibilidad de que yo esté equivocado, ¿no? Como espectador, me enfrento a la posibilidad del error, es algo que proporciona el teatro, y esa es una discusión política, y esas discusiones políticas me gusta darlas, por supuesto, con temas de actualidad y que motiven esa misma pregunta. Que no está exenta de polémica, ¿no? Quiero decir, eso también viene en la mano.

Julieta: La realidad a veces supera lo que se puede relatar dentro de la ficción y como también la provocación debe ser un desafío constante. La realidad superó todos los límites ¿Cómo provocar hoy la inquietud, cómo provocar la discusión desde la ficción cuando la realidad la supera?

Santiago: Sí, yo creo que de todas maneras cuando vos pones un pedazo de verdad arriba del escenario en el escenario tiende a darle un contenido extra ficcional y mágico o único a cualquier cosa que vos saques de la realidad. En la realidad a veces vemos cosas más impactantes y sin embargo no tienen esa cosquilla mental, digamos, porque la realidad duele y en el teatro uno se enfrenta a los horrores del mundo en perfecta seguridad. Hay quien decía también que por eso la literatura es importante, la literatura nunca le salvó la vida objetivamente a nadie, nunca detuvo una bala, nunca derrocó una tiranía y sin embargo nos permite enfrentarnos a los errores del mundo en perfecta seguridad. Cada vez más tiendo a generar esta especie de universo dialéctico, de pensamiento contrapuesto. Yo creo que lo que más nos impacta de la realidad es también parte del problema del pensamiento único y cuando cuando ponemos en el escenario revestido ese punto de su contrario creo que lo impactante es eso es la posibilidad de encontrar otro mundo de pensamiento posible. Por más que la realidad sea impactante en su salvajismo, sea impactante en su inhumanidad creo que el teatro tiene la posibilidad de impactar por el contrario porque genera esperanza. Siempre insisto con esta idea que a veces decía Sergio Blanco en algunos cursos: “el arte debe hacer tres cosas, provocar, provocar y provocar.” Yo creo que el punto es hacer frente a una realidad tan vencida, una realidad tan provocadora de por sí, ¿ cómo hacer para provocar con el arte?

Quizás es justamente lo contrario, tratar de generar una especie de esperanza y la esperanza, a veces no es una respuesta, la esperanza es encontrarnos frente a alguien que piense distinto y ver nosotros cómo podemos modificar incluso aquellas certezas que tenemos más ancladas para ver si no existe también algo de humanidad en el que vemos como el enemigo en algún punto.

Es una reflexión que genera el teatro, es una reflexión que yo considero humanista, que no significa que uno vaya por ahí con absoluto relativismo en relación a los conceptos del mundo, no se trata de eso. En algunas entrevistas a veces me preguntaban esto como que criticaban que lo que yo escribía no era del todo claro, yo decía, "Bueno, cuando yo escribo propongo preguntas porque esa es una postura ideológica, es una postura humanista. "El teatro creo que tiene un valor superior porque es un un evento, un momento de encuentro y debe ser también este generador de buenas preguntas para todos y no necesariamente de un aprendizaje lineal que eso forma parte de la de la del universo de la didáctica, que también, yo con la didáctica no tengo ningún problema ni mucho menos soy profesor y me dedico a eso, pero la didáctica es la didáctica y el arte es el arte.

Julieta: Viviste en Alemania durante algunos años, ¿Cómo influye esto en tu creación?

Santiago: Bakunin Sauna la escribí allá, es más, yo había escrito una obra sobre un tema que a ellos no les interesaba demasiado que era el amor, los alemanes en este caso querían hablar de política contemporánea y yo vengo con una reescritura de Trabajos de Amor Perdidos de William Shakespeare y este me dijeron que no, que querían otra cosa y ahí apareció mi Mikhail Bakunin y eso obviamente les gustó mucho más. El hecho de pensar el teatro como el universo de las ideas es algo muy alemán en mí, esto me provocó el deseo de seguir esa línea, digamos. Por otra parte, hay algo de las identidades de cada uno de los teatros, lo maravilloso, por ejemplo, de Berlín, que yo a veces sueño con con con que se pudiera dar mínimamente en Uruguay, por ejemplo, es que, Alemania es un país que defiende el teatro y la cultura por razones por supuesto culturales, pero por sobre todo políticas e históricas. Alemania se unifica como estado en 1870-1871 y en ese momento se utilizó el teatro como un mecanismo para generar identidad y unidad. Entonces cada pequeña ciudad tenía su compañía con sus escenarios y generaban giras en Alemania, distribuyendo ideas que se iban transformando en ideas en común y utilizando un lenguaje único, intentando unificar ese lenguaje a tal punto que el alemán medio de finales del siglo XIX se llamaba alemán de escenario, porque era esa especie de lengua unificada que nacía a través de intercambio actoral que se veía en el escenario.

Esto hace que cada teatro, cada ciudad tenga muchos teatros y las ciudades más chiquitas tienen uno con su propio elenco, es como que hay como 50 Comedias Nacionales en toda Alemania. Lo interesante de esto es que, por ejemplo, en Berlín cada teatro público tiene su identidad y permanece algo en Berlín en particular, que es que hay dos de todo, hay dos grandes óperas, hay dos grandes teatros nacionales, digamos, hay muchos teatros públicos, pero dos grandes teatros nacionales y hay dos sistemas de transporte y todo esto es porque el muro cayó antes de ayer en Alemania. Y por ejemplo y a esto iba con todo esto, el Teatro Nacional del Bloque Socialistaera en aquel momento y ahora mantiene su nombre la Volksbühne, el “Teatro del Pueblo.” Y hace 8 años aproximadamente, cambió su director que había estado durante muchos años, Frank Castorf. Castorf se le vence finalmente su contrato y decide irse y el teatro Volksbühne tenía este perfil combativo. Era el único teatro que no traducía sus obras, decía, "Esto es teatro, no es turismo." Presentaba obras con un fuerte contenido ideológico, no eran obras de propaganda en absoluto y, sin embargo, tenían un perfil siempre crítico de espíritu marxista. Cuando se va Frank Castorp deciden nombrar al director de la Tate Gallery de Londres, que llega al teatro con un perfil más joven, más de CEO, l más de danza contemporánea, cine de autor, e instalaciones, performances en general y vaciando de contenido filosófico marxista el el teatro. Obviamente a los espectadores eso no les gustó nada hasta el punto que ocuparon el teatro y pidieron la dimisión del nuevo director nombrado y lo lograron. Y a veces uno se pone a pensar en en los perfiles de los teatros públicos y por supuesto estamos en en un país que no tiene la riqueza económica de Alemania, pero a mí me gustaría en algún momento ver que un teatro público genere ese nivel de compromiso en sus espectadores a tal punto que si cambia la línea curatorial, los espectadores se sientan traicionados porque esa línea curatorial es parte, está sostenida, está ideológicamente avalada y filosóficamente proyectada.

Julieta: Quería preguntarte también una mirada más política tuya de la coyuntura actual, de cómo ves vos la actualidad política.

Santiago: Bueno, tuve la la suerte de poder llegar a las últimas elecciones a votar, y bueno, yo no tengo motivos para no tener esperanza, digamos, como para pensar en que hay un montón de de proyectos, por ejemplo, en relación a la ley de de teatro, que de hecho la ley de teatro había sido aprobada por unanimidad en el parlamento y todavía no fue regulada ni instrumentada y tengo la esperanza porque también por primera vez en mucho tiempo un candidato presidencial en un debate mencionó al teatro un área en la cual poner el el énfasis para seguir trabajando. Entonces bueno, eso estoy con mucha esperanza. Me quedó también pensando en relación a la idea de la esperanza porque también creo que hay algo en en las obras que escribo que por más que que que parezcan oscuras o en última instancia nihilistas o donde parecería que no hubiera salida posible, parece que igual en América Latina estuviéramos más de contacto en algún punto con la idea de cambio social. Cuando yo escribí de Bakunin en diálogo con la dramaturguista del equipo alemán, yo había escrito la obra que se estrenó acá que eran estos tres exfuncionarios de IBM de casi 80 años que querían secuestrar a la nueva gerenta general de IBM para América Latina, como no tenían fuerza para hacerlo, fuerza física, crean aprovechando sus conocimientos de computación cognitiva, un robot con la imagen y el pensamiento de Mijail Bakunin, que se le sale de control, producto que tiene conexión permanente a Wi-Fi y la computación cognitiva sostenida en el aprendizaje automático implica que el robot aprende solo y termina convertido en Charles Manson y los quiere matar a todos. En Alemania cuando yo llegué antes del estreno, el día antes del estreno me dicen, "Bueno, te tenemos que decir que hemos cambiado el final, pero queríamos esperar porque teníamos miedo de que te enojara.". Y lo curioso fue la razón por la cual cambiaron el final.

En un momento, la CEO de IBM recoge un fusil que quedó por allí suelto, empieza a amenazar al robot que está intentando agredir, y uno de los veteranos agarra otro fusil, le da un culatazo, la desmaya en el piso y después estos mismos veteranos desactivan el robot. Son estos tres mismos veteranos los que terminan la obra de pie, son los únicos que sobrevivieron de alguna forma y dicen, "Bueno, miren allí este enchastre ideológico, esta CEO arriba toda entreverada con el robot de Mijail Bakunin, miren esta dialéctica absurda.” Y un personaje le dice a otro, "Ayúdame con esto, hay trabajo que hacer, esto recién empieza." Casi como diciendo, "Esta vez no nos salió, pero vamos a seguir intentándolo a pesar de que tengamos 80 años." El cambio social es difícil, tal vez imposible, pero no nos queda más que seguir probando, que seguir intentando y que seguir queriendo. La utopía es eso, esa es la razón por la cual seguir caminando. ¿Para qué hicieron el cambio en Europa? Cuando la CEO de IBM recogía este fusil, los mataba a todos y ahí terminaba la obra. Y terminaba ella triunfando con su fusil en la mano y todos los demás muertos. Lo cual era muy lineal y muy descriptivo y la razón por la cual ellos hicieron eso es que me decían, "No, lo que pasa es que en nuestras sociedades contemporáneas el que gana es el capital, el capital gana y nosotros queremos reflejar eso." Y yo en realidad no estaba diciendo otra cosa, con la obra, yo estaba diciendo básicamente lo mismo, lo que pasa es que hay una idea de esperanza que creo que es quizás latinoamericana y que no está presente en todos, por lo menos, los países de Europa, evidentemente no lo estaba en el sur de Alemania, en el entendido de que sí, tal vez el capital siempre gana, pero nosotros vamos a estar vamos a estar ahí luchando o hay gente que está ahí luchando. Capaz que no le gana nunca, pero pero ¿Qué es esto de que gana y ya está? ¿Qué es ese pesimismo absoluto? Yo no quiero reflejar tampoco eso. Es un pesimismo a medias, digamos. Por supuesto que estamos en momentos de mucho problema de extremismo de derecha, hay una especie de orgullo de la extrema derecha o casi como un orgullo fascista que yo en 39 años nunca había visto, no así, no ganando elecciones, no tan cerca. De todas maneras no pierdo la esperanza.

“Mientras el tigre no puede dejar de ser tigre, no puede destigrarse, el hombre vive en riesgo permanente de deshumanizarse” José Ortega y Gasset

Julieta: Pensaba también en la capacidad de generar esa cuestión de esperanza, humanidad y sensibilidad en tiempos donde hay una barrera que parece cada vez más compleja. Como también un mundo de imágenes, a veces las palabras generan otro impacto sensible, ¿no?

Santiago: Das una clave ahí, mi trabajo es un trabajo sobre la palabra, obviamente también es un trabajo sobre la imagen, pero en principio es un trabajo sobre la palabra y la idea es que la palabra de cuenta de todos los horrores del mundo, y de que valga más que un montón de imágenes, la palabra además en un contexto de ficción es difícil, en realidad porque las palabras en contextos reales generan un impacto muy profundo. La pregunta sigue siendo cómo trabajar con la palabra ficcional para no perderle el respeto a ese dolor real e intentar alcanzarlo. Quizás hay algo en lo que creo que me ha ayudado a mí a trabajar en ese universo que es ponerle ciencia ficción al dolor o ponerle un poco de realismo mágico al espanto. Creo que permite pensar en alternativas bastante más irónicas con mayor facilidad y desde el punto de vista de la comedia aunque estemos reflexionando o partiendo acerca de la herida o del dolor. Es un tema la palabra. Me gusta trabajar mucho con una cierta ambigüedad de la palabra, la palabra diciendo muchas cosas de forma de proponer más problemas o más preguntas que respuestas. Creo que también la palabra sobre la que trabajamos nosotros es una palabra que de alguna forma vive en independencia de la realidad, es decir, para dar cuenta de la realidad está la política, el periodismo, digamos, y uno está en el género teatro para provocar una ilusión. Que en un mundo sin ilusiones es un acto revolucionario en última instancia.

La palabra es una gran responsabilidad, también puede ser una gran aliada la palabra. Ahí me pongo dramaturgo.

Julieta: Bueno, Santi, la verdad, yo podría hacerte 30 preguntas más porque es muy interesante siempre hablar contigo, pero muchísimas gracias por este tiempo.

Santiago: Buenísimo, yo a las órdenes un placer, y gracias porque también las preguntas me fueron llevando a otras que no siempre manejo en entrevistas, así que también te agradezco eso.

Por Julieta Zidan

Foto: Meri Parrado

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