El exmandatario, quien mantuvo un vínculo respetuoso y cercano con Francisco, recordó su capacidad de interpelar a la propia Iglesia, de proponer una mirada crítica sobre su pasado reciente y de encarnar una bonhomía que trascendía las formas. “Este papa representó una postura de compromiso con los más débiles de la sociedad”, afirmó.
Mujica se detuvo en su legado simbólico
“Espero que su mensaje se mantenga en el tiempo”, dijo, consciente de que lo que está en juego no es solo la figura de Francisco, sino el rumbo que pueda tomar la Iglesia a partir de ahora. “El fondo de su prédica va a teñir en gran parte el papel que asuma ese aparato gigantesco que es la Iglesia Católica”.
Consultado sobre su último encuentro con Francisco, Mujica compartió una confidencia: “Estaba preocupado por mi salud, por mis futuros compromisos… Él compartía algunas de mis esperanzas, como la de utilizar más el conocimiento humano para mitigar las situaciones dolorosas de nuestras sociedades, por ejemplo la carrera armamentista”.
En un tono íntimo, Mujica reconoció que el papa argentino “necesitaba más tiempo, tal vez más compañía en la formidable batalla que emprendió”. Y concluyó con una esperanza que es también deseo: que Francisco haya logrado, en su tránsito por los pasillos del Vaticano, resembrar en el cristianismo su mensaje más genuino, el que abraza a los últimos, a los que cargan con más injusticias que certezas.